Reflexiones ante esta patología de la gestación y su dilema ético-moral
por Dra. Fraix Teresa (Boletín del Círculo Médico de Rosario 12/2001)La anencefalia “es un continuo malformativo que pasa sin solución de continuidad de cuadros menos graves a cuadros de indudable anencefalia”, se expresa el Comité Nacional de Bioética de Italia, requerido para pronunciarse sobre el tema, y establece desde el comienzo, la dificultad y la necesidad de un diagnóstico certero de esta malformación, que comienza entre los 25 y 27 días de gestación, que es multifactorial en su etiología, pero como en otras malformaciones neurológicas, prevenible en el 70% con ácido fólico administrado desde el comienzo del embarazo o mejor aún desde la edad fértil.
El caso que hoy nos ocupa es el extremo indudable de esta malformación, constituida por la ausencia de corteza cerebral y persistencia solo del tronco encefálico.
¿Qué expectación de vida tiene un feto anencefálico?. El 60% nace muerto y el 40% vivo. El 58% de los nacidos vivos mueren dentro de las 24 horas y el 98% a la semana. Se cita en la literatura casos excepcionales de 7 a 10 meses de supervivencia sin necesidad de uso de respirador.
La degeneración de los tejidos nerviosos que condicionan la enfermedad se estabiliza al tiempo del parto a término por lo cual no progresan después del nacimiento.
La muerte sobreviene por insuficiencia respiratoria, displasia pulmonar y en menor grado por alteraciones endocrinas acompañantes.
Las cardiopatías congénitas se asocian entre el 2 al 8%, y las nefropatías entre el 4 y el 20%. El riesgo del parto es muy alto para el feto por las alteraciones morfológicas del cráneo que restan protección a la masa encefálica que contiene.
Todos sus tejidos son deficitarios, con gran inmadurez vascular, por lo que no se lo considera como donante de órganos.
El feto anencefálico padece un gran déficit neurológico por la ausencia de corteza cerebral, ausencia de psiquismo, sensibilidad, aunque conserva cierto grado de sensibilidad vegetativa, motilidad e integración de casi todas las funciones.
Los medios de comunicación de nuestra ciudad fueron conmovidos recientemente por una noticia dolorosa, una joven mujer de 24 años cursaba sus 16 semanas de embarazo de un feto anencefálico y víctima de un intenso shock por el diagnóstico, peticionaba, envuelta en su sufrimiento y su angustia, la interrupción del mismo.
Conforme lo establece la ley, la petición se elevó al juez, y allí esta pobre madre completó su calvario. Un calvario que comenzó con la comunicación del diagnóstico, (¿fue realmente una comunicación con la ética y la contención que el problema y los actores merecían?), siguió con la difusión informativa de la prensa, radio y televisión, (¿fue ética y justamente tratada?), y concluyó en el despacho de un atribulado juez a quien se le pedía que decidiera prontamente la destrucción del feto, ser humano viviente, para acabar con tanto sufrimiento.
Antes de entrar en el tema recordemos el significado verdadero de ciertas expresiones. Interrupción del embarazo no es sinónimo de aborto, aunque se pretenda hacerlo. Un embarazo puede interrumpirse en una etapa en la cual el feto ya es viable y constituye un parto prematuro, no es un aborto y por lo tanto no es materia para un juez sino una decisión puramente médica, porque puede ser totalmente ético y legal dadas las circunstancias. Aborto es la interrupción del embarazo con feto no viable.
El problema presenta varias facetas: El aspecto médico: e riesgo que este embarazo representa para la salud y/o vida de la madre. El riesgo aquí no es por el embarazo en si que tiene los mismos riesgos que un embarazo con feto normal. No existe riesgo para la vida física de la embarazada, lo que plantearía otros problemas, ya que de terminar con la muerte sería irreversible, sino que aquí se trata de un daño psicológico prevenible y tratable.
Lo que aquí se plantea es la salud psíquica de la madre, alterada ante la noticia del diagnóstico, y el mantenimiento del embarazo como elemento disparador de sus problemas psicoafectivos.
El psicológico: aquí si el daño puede ser enorme si el médico no está preparado idóneamente para transmitir las “malas noticias”. Aquí sí se puede originar un drama si la competencia y la capacidad humana del médico no es la suficiente como para entender el sufrimiento de la madre y la familia, contenerla y orientarla.
El legal: La interrupción de embarazo antes de que el feto sea viable constituye un aborto, y este es un delito para las leyes de nuestro país. El llamado “aborto terapéutico” es la interrupción prematura del embarazo, con feto no viable, cuando la vida o la salud de la madre peligran, pero sigue siendo un delito, que las leyes despenalizan conforme a las circunstancias y solo está justificado “cuando no existen otros medios para preservar la salud o la vida de la madre”, pero estos otros medios aquí si los tenemos. El derecho a la vida del niño está garantizado desde su concepción en los Derechos Universales del Niño (U.N. 1989).
El ético: es un principio ético considerar la vida como un valor supremo sin el cual es imposible el desarrollo del resto de los valores. Todo ser humano tiene derecho a vivir. El feto es un ser humano viviente, sea o no considerado como persona, y con todos los derechos éticos y legales que lo amparan por pertenecer al género humano. Tiene derecho a vivir, a ser protegido, a nacer y a morir con dignidad y no como consecuencia de una violencia cono lo es el aborto.
El aborto no es para la madre una maniobra inocua, tiene riesgos en su salud, y es indudablemente una carga psicológica que hay que manejar (las crisis de llanto post aborto no son expresión de felicidad).
El problema ético se plantea aquí en una valoración de riesgos/beneficios entre el aborto y la prosecución del embarazo. ¿Qué tenemos a favor de uno y otro?
¿Qué podría sucederle a la madre si continúa se embarazo hasta alcanzar el tiempo de feto viable? Su salud física no se vería mayormente comprometida de lo que sería cursando cualquier otro embarazo, pero sí su salud psíquica.
¿Tenemos algún medio para impedir o paliar este daño, tal como lo pide la ética y las leyes de nuestro país, para hacer innecesario el aborto?
El primer daño que recibe la madre es la comunicación dolorosa del diagnóstico. La competencia del médico tratante puede hacer mucho por reducir estos hasta límites tolerables si realmente es capaz de una comunicación humana, que contribuya a un manejo sano de la situación con su paciente y con el grupo familiar. Un manejo sano supone una elaboración del sufrimiento inevitable, que no será impedido por el aborto sino que este agregará aún otro más, el duelo anticipado de la muerte provocada del hijo. La asistencia psicológica de la madre y del grupo familiar es obligada.
Impedir el nacimiento con vida de un ser humano que tiene indiscutiblemente el derecho a tenerlo, solamente para disminuir el sufrimiento de otro ser humano que puede disminuirlo por otros medios, no solamente que no es ético, sino que es humanamente de una crueldad injustificable.
Tampoco la escasa sobrevida del recién nacido lo justifica, en ese caso también deberíamos practicar la eutanasia eugenésica de todo niño nacido malformado grave, y nos acercaríamos entonces a una discriminación que en la Grecia antigua podía ser una gloriosa aspiración, pero que en nuestra época y sociedad, pluralista y democrática constituye un horror, porque permitiría eliminar los indeseables, lo que es ética y humanamente inaceptable. Utilizar una posición discriminatoria semejante sería usar el poder que otorga la práctica médica, como despotismo y no como servicio.
No abortar no significa abandonar a la madre o menospreciar su intenso dolor, sino solamente es plantear si realmente esta es la “única” solución posible. Es no querer establecer una diferencia entre a quienes aceptamos para vivir y a quienes condenamos a morir, porque no es esa la posición ética ni del médico, ni del juez, ni de los padres, ni de la sociedad. El parto prematuro en lugar del aborto significa cuidar de la madre, respetar el ser humano viviente que lleva en su seno, y comprender y aceptar las leyes de nuestro país.
¿Cuál es la propuesta? El no abandonar a la madre ni a su núcleo familiar, brindarle la comprensión y el afecto que reclaman, proponerle como alternativa la prosecución del embarazo hasta el momento de alcanzar la edad de feto viable, y la seguridad de que cualquiera sea su decisión será comprendida y ayudada.
Como conclusión podemos reflexionar en que no hay sentido en hacer las cosas mal cuando podemos hacerlas bien.
La decisión final de la madre fue proseguir con su embarazo hasta el parto. A las 2 horas falleció el infante.