En los hospitales provinciales del Centenario y Provincial, desarrollan sus actividades asistenciales públicas, la Unidad Interhospitalaria de Obesidad Mórbida.

Equipos clinico-quirúgicos, psicológicos, de asistencia social, nutricional, de kinesiologos, de estadísticas, y de otras especialidades del arte de curar que trabajan mancomunadamente y con alta capacitación en todos los temas vinculados a esta entidad.

REANUDACIÓN DE LA CIRUGÍA BARIÁTRICA Y METABOLICA EN EL CONTEXTO DE LA PANDEMIA POR SARS CoV2 (Agosto 2020)
Dr. Alejandro Nasurdi
Dra. María José Domínguez
UNIDAD INTERHOSPITALARIA DE OBESIDAD MÓRBIDA HOSPITAL PROVINCIAL DEL CENTENARIO

La pandemia COVID-19 ha infectado a más de 21.5 millones y causó la muerte de casi 767000 personas a nivel mundial.

Los pacientes con obesidad reúnen múltiples condiciones que los ponen en riesgo de presentar complicaciones graves por la infección por COVID-19:

• Suelen padecer hipertensión arterial (HTA) y diabetes tipo 2 (DM2). Los pacientes hipertensos que consumen medicamentos IECA tienen mayor número de receptores del virus.

• Son más predispuestos a la trombogénesis y el COVID-19 tiene una forma de presentación tromboembólica.

• Suelen presentar apnea obstructiva del sueño (SAHOS), una entidad que los predispone a padecer infecciones respiratorias.

• Los niveles bajos de vitamina D (frecuente en obesos) han sido relacionados con una peor evolución de la infección por coronavirus.

• El estado inflamatorio que genera el tejido adiposo genera una alteración de la inmunidad y un aumento de expresión de la enzima ECA2, convirtiéndolo en órgano diana del virus.

• Al actuar el tejido adiposo como órgano de reserva del virus, estos pacientes presentan viremias altas y riesgo de propagación del virus por más tiempo que la población no obesa.

• Se predice que la pandemia por COVID-19 empeorará la obesidad debido a las restricciones para la deambulación y el ejercicio físico, la dificultad para el acceso a alimentos saludables y el empeoramiento de las enfermedades psicológicas y la situación económica.

• El retraso en el acceso a las consultas médicas y la suspensión de cirugías hace que los pacientes abandonen los tratamientos y su obesidad empeore.

Sin embargo, la cirugía bariátrica y metabólica, que ya ha demostrado ser el tratamiento más efectivo para la obesidad y la diabetes tipo 2, ha sido postergada en la mayoría de los países en este contexto.

En un estudio realizado en un hospital bariátrico de tercer nivel del National Health Service (NHS) de Londres se observó que los pacientes con antecedente de cirugía bariátrica en el pasado, no presentaron manifestaciones o complicaciones por infección con COVID-19 diferentes a la población general. Por lo cual se entiende que los pacientes operados no presentan mayor riesgo.

En relación a esto, en el mes de agosto de 2020 la Sociedad Argentina de Cirugía de la Obesidad (SACO), ha emitido las Recomendaciones para realización de cirugía bariátrica y metabólica en el contexto de la pandemia por COVID-19, por considerarla un procedimiento PROGRAMADO NO POSTERGABLE.

En este comunicado se exponen los datos recogidos durante el período de aislamiento, en el cual se vio que en Argentina, los principales factores de riesgo para padecer complicaciones de la infección por COVID-19 en pacientes menores de 60 años fueron la obesidad y la diabetes.

La realización de procedimientos quirúrgicos se redujo en un 90%. Sin embargo, los pacientes operados presentaron una estadía hospitalaria corta, no se registraron casos de SARS CoV2 ni tampoco aumento en la tasa de complicaciones quirúrgicas.

Es por este motivo que debe considerarse el riesgo de empeoramiento de la obesidad y sus comorbilidades, sumado al riesgo de padecer complicaciones en caso de contraer coronavirus mientras que el tiempo restante hasta la llegada de una vacuna es incierto.

A tal fin, existen protocolos en las sociedades científicas y las instituciones de salud para realizar los procedimientos en pacientes adecuadamente seleccionados por los equipos interdisciplinarios y no deberían ser diferidos por negativa de obras sociales o prepagas en forma arbitraria.

Esperamos que estas condiciones permitan resolver un problema tan complejo como es la obesidad en el contexto de la pandemia, minimizando los riesgos de exposición del paciente y del personal de salud.


Bibliografía:

• Parmar et al, Bariatric and Metabolic Surgery Can Prevent People with Obesity from COVID-19 Infection. Obes Surg, June 2020. DOI: 10.1007/s11695-020-04843-3. https://doi.org/10.1007/s11695-020-04843-3

• Dong Z, Zhang P, Zhu J, et al. Recommendations to manage patients for bariatric surgery in the COVID19 pandemic: experience from China. Obes Surg. 2020:1–4. https://doi.org/10.1007/s11695-020-04741-8.

• Sociedad Argentina de Cirugía de Obesidad (SACO) y Asociación Argentina de Cirugía (AAC). “Recomendaciones para la realización de Cirugías Bariátricas electivas en el contexto de epidemia por SARS-CoV2 en Argentina”.


La Argentina encabeza el ranking regional de obesidad infantil
(Nota extraída del Diario "La Nación")

Los expertos indican que crece a un ritmo alarmante y enfatizan que cada vez es más precoz; inculcar buenos hábitos alimentarios, una de las claves para prevenir

Las mejillas redondas y los pliegues en las articulaciones que hacen recordar una publicidad de neumáticos, en suma, la imagen de querubín de Rembrandt que cautivaba a nuestras abuelas se está transformando en un dolor de cabeza para padres, pediatras y sanitaristas. Considerada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) "uno de los más serios problemas del siglo XXI", la obesidad infantil está creciendo en el país "a un ritmo alarmante" y anticipa un futuro complicado.

El Panorama de Seguridad Alimentaria y Nutricional elaborado por la OPS/OMS y la FAO ubica a la Argentina primera en el ranking regional de obesidad. Según ese informe, el 9,9% de los niños menores de cinco años padecen el problema. Para otros organismos, en cambio, figura segunda con un 7,3%. Continúa en la página

En el primer ranking, al país lo siguen Perú, con 9,8%, y Chile, con 9,5% . "En escuelas y en chicos de entre 11 y 12 años, llegamos a ver hasta un 48% de obesidad", dice Irina Kovalskys, coordinadora del comité de nutrición, obesidad y actividad física de Ilsi (Instituto Internacional de 

Ciencias de la Vida) y docente de la carrera de Nutrición de la Universidad Favaloro.

Aunque hasta hace algunos años el sobrepeso y la obesidad eran percibidos como un problema de los países desarrollados, en la actualidad la epidemia se extiende a una velocidad de vértigo a los países de bajos y medianos ingresos. Según la Federación Interamericana del Corazón, se estima que en América latina la prevalencia de sobrepeso y obesidad en chicos menores de 5 años es de más del 7%; en escolares hasta los 11, de entre el 18,9 y el 36,9%, y en adolescentes de 12 a 19 años es del 16,6 al 36,8%. Es decir, del total de niños y adolescentes de América latina entre el 20 y el 25% de la población tiene sobrepeso y obesidad.

"La obesidad es un fenómeno global que no parece ceder y que impacta con mayor intensidad en nuestros países -dice Esteban Carmuega, director del Centro de Estudios sobre Nutrición en la Infancia (Cesni)-. En adultos, la Argentina incrementó un 18% el exceso de peso en la última década, pero la obesidad un 45%. Según la Encuesta Mundial de Salud Escolar, hecha en 2007 y 2012, en los adolescentes, el incremento del sobrepeso fue un 16% y el de la obesidad un 34%. Hoy, uno de cada cuatro escolares tiene sobrepeso. Probablemente la mayor parte de ellos serán adultos obesos y el tratamiento es poco eficaz. En 30 años, nuestras guardias estarán colapsadas de diabetes e infarto temprano."

Este panorama no presenta grandes diferencias entre las distintas provincias, ni entre ciudades y medio ambiente rural.

Comer por placer

"El signo obesidad se está haciendo cada vez más precoz -coincide el doctor Julio Montero, ex presidente de la Sociedad Argentina de 
Obesidad y Trastornos Alimenticios (Saota)-. Esto permite prever que el futuro para estos chicos y para el conjunto de la población no es muy esperanzador."

Aunque la obesidad en la infancia se asocia menos con hipertensión o resistencia a la insulina, como sucede en los adultos, lo que sí se sabe es que precede y es un condicionante de la obesidad del adulto, de muy difícil tratamiento. "Una vez establecida, es menos curable que muchas formas de cáncer", dice Carmuega.

"El verdadero problema es que no sabemos cuáles son las causas de la obesidad infantil -explica el especialista-. Sí conocemos algunos mecanismos, sabemos que no hay una sola obesidad, sino muchas, y que su consecuencia final es el aumento de la masa lipídica."

"El exceso de peso muestra que hay una respuesta acelerada e inconveniente -subraya Montero-. No es inadecuada: por el contrario, es adecuada al entorno. Está vinculada con la aparición de patrones metabólicos que cuando persisten en forma crónica se acompañan del desarrollo de enfermedades."

Para el nutricionista chileno Ricardo Uauy, "la obesidad se debe en forma predominante a un desbalance entre lo que comemos (alimentos que nos aportan energía) y lo que gastamos (cuán activos somos en nuestros trabajos y en nuestro tiempo libre). Si comemos más de lo que gastamos, nos ponemos obesos. Esto suena muy simple, pero la realidad es que hoy en día no comemos para alimentarnos, sino por el placer de lo dulce y de lo salado; o por 10 o más razones que cada persona tiene. Por cierto, el marketing comercial nos invita a sobreconsumir una y mil veces, y en paralelo nos ponemos más sedentarios; de forma tal que la energía no gastada independientemente de su origen nos lleva a acumular grasa más allá de una reserva moderada para los tiempos de vacas flacas. En esto, las leyes de la conservación de la energía son muy claras.

Factores de riesgo

Según los especialistas, la obesidad en la niñez se debe a la combinación de varios factores. "En lo que más atención se pone es en el exceso de comida, pero esto no va desligado de la calidad -destaca Montero-. Hay comestibles que generan mayor necesidad de comer y condicionan nuestro metabolismo para que el exceso sea convertido en grasa de reserva. Otros fenómenos son secundarios: la actividad física es un «disimulante». Aquel que hace actividad física tendrá una amortiguación mayor de los procesos obesogénicos, pero es difícil que el nivel de actividad física sea suficiente para prevenir la obesidad. Lo mismo ocurre con el crecimiento: mientras estos chicos se alargan, la sobrealimentación queda disimulada, pero cuando se detiene el crecimiento, se da rienda suelta a las modificaciones corporales."

También para Carmuega, la obesidad no es sólo comida. "Eso lleva a pensar que sólo modificando el componente alimentario terminamos con el problema. Hay que cambiar la dieta, seguro, pero también hay que modificar otras cosas -destaca-. La malnutrición es resultado de una trama multifactorial que se instala a lo largo de todo el ciclo vital y es más compleja que exceso o déficit de calorías."Por eso, la estrategia recomendada en el mundo es la prevención basada en intervenciones desde el embarazo hasta los años escolares.

Cada vez hay más evidencia de que el exceso de peso al iniciar el embarazo o el aumento a lo largo de la gestación aumenta el riesgo en el bebe. "El riesgo de obesidad en la progenie es 48% mayor en las madres que tuvieron una progresión superior a las recomendaciones", dice Carmuega.

Pero esto no afecta sólo a las mujeres. Hoy se sabe que los hijos de padre y madre obesos tienen el doble de riesgo de sobrepeso, y que éste se reduce a la mitad cuando sólo uno de los progenitores lo es. "El esperma de padres con exceso de peso también genera mayor riesgo de obesidad", puntualiza el especialista.

Otro aspecto por tener en cuenta es el sueño. "Cuando los chicos duermen menos, especialmente en los preescolares, hay tendencia a engordar -agrega el científico-. Y esto ocurre por el uso de las pantallas, la oferta de TV... El ocio se ha hecho más divertido. Los padres estamos más tiempo fuera de casa y mucha de la interacción se da en ese momento. También, las actividades paraescolares son cada vez más."

Montero, por su parte, recomienda tener bien en claro cuáles son los alimentos que deberían representar el 80 o 90% de la nutrición de un chico sano. "Son los que algunas vez han sido tejidos vivos -asegura-: carnes, huevos, plantas, frutas, frutas secas... Todos éstos se les pueden ofrecer sin temores, porque los van a comer de acuerdo con su necesidad. Cuando el chico se acostumbra a comer dentro de su casa, lo hace de determinada forma, y reserva lo demás sólo para momentos especiales, no hay problema. Los granos o cereales deben ser las semillas y no los subproductos. En cuanto a las grasas, mientras formen parte de un alimento natural, no deberían ser eliminadas. Lo que no deberíamos comer son las agregadas."

El impacto silencioso en los chicos

Desde los años 70, numerosos estudios mostraron la tendencia al arrastre de los factores de riesgo cardiovascular asociados con la obesidad. "Se vio que el aumento de la grasa corporal total y de la visceral están asociadas con insulinorresistencia e incremento de la incidencia de diabetes tipo II en la adolescencia", explica la doctora Carmen Mazza, ex jefa de la sección Nutrición y Diabetes del Hospital Garrahan, una de las pioneras en la investigación de la obesidad infantil y sus efectos metabólicos. Mazza subraya que si bien las cifras del país aún no son tan impresionantes como las de EE.UU. (donde el aumento de la prevalencia de diabetes tipo II en chicos a lo largo de los últimos 30 años pasó del 2% a entre el 16 y el 20%), estudios publicados por su grupo mostraron la presencia precoz de resistencia a la insulina y factores inflamatorios en chicos obesos. "En la población que estudiamos, entre el 8 y el 10% ya tenía alteraciones claras en el metabolismo de los hidratos de carbono y el 2% tenía diabetes tipo II. Una tercera parte mostró alguna alteración en los lípidos, y entre el 15 y el 20% tenía valores altos de presión arterial -destaca-. En el país, tres de cada 10 chicos tienen obesidad o sobrepeso, y el 50% de ellos ya presenta algún factor de riesgo cardiometabólico."