Por Roberto Ítalo Tozzini
La capital de Castilla primero y de España, más tarde, con raíces musulmanas e impregnación francesa, se presenta hoy como una urbe de más de 3.000.000 de habitantes, conservadora o liberal, multirracial y dinámica, desarrollada sobre una meseta a 600 metros de altura, que le confiere un clima seco de extremos, sofocante en el verano y muy frío en los meses de invierno.La conocemos desde el 1960 en nuestro primer viaje al viejo continente y hemos vivido dos Madrid distintas. Hasta 1971 y a partir de nuestra incursión de 1980. Las primeras se corresponden con los últimos años de la dictadura franquista (Franco murió en 1975) y desde ese entonces toda España comenzó a vivir en democracia abriendo sus fronteras con Europa y comenzando su proceso de integración a la comunidad.
En el 60, no sólo faltaban libertades sino que resultaba evidente la pobreza. Los argentinos éramos sus parientes ricos, nuestra moneda fuerte les daba envidia y nos recibían con cordialidad y entusiasmo. Un gasto menor nos resultaba invitar a cenar a todos nuestros parientes o amigos locales a un buen restaurante. Por ello en el centro de Madrid nos encontrábamos con muchos argentinos. Ello se multiplicó en el segundo viaje (1971) por razones políticas y ya no económicas (nuestro peso se había devaluado). Perón había anudado una firme amistad con el dictador y viviendo en Puerta de Hierro (barrio privado en las afueras de Madrid, al noroeste, cerca del Palacio El Pardo, residencia de Franco) manejaba la política argentina mediante una legión de personeros. Por ello en la Gran Vía (su avenida principal) se escuchaba más la variante porteña del castellano que el idioma vernáculo. En el 73, vuelve Perón a la Argentina, rompe con Montoneros y fallece poco después, dejando como inexperta sucesora a su esposa, María Estela Martinez. Tiempo después, por golpe militar, ella abandona la presidencia y huye con su mentor Lopez Rega a Madrid y luego de cierto tiempo vende la propiedad que comprara Perón en $4.000.000 de dólares. Después de otro intervalo, la propiedad es nuevamente vendida a un argentino radicado en España, el conocido futbolista Valdano que había acompañado a Maradona en el mundial de futbol de 1978. De la mansión original de 800 metros cubiertos, nada queda ahora, se edifican 5 nuevos chalets y la zona se transforma en un barrio cerrado de difícil acceso donde el ex -futbolista viven al actualidad.
Después de esos tiempos de frenesí político, seguí regresando porque la ciudad crecía y resultaba más atractiva la residencia. Y el idioma era un plus. La forma más confortable de llegar, me ha resultado el avión, aterrizando en Barajas. En menos de una hora, uno descansa en el hotel y el precio del taxi es fijo, determinado por la municipalidad. En dos oportunidades, llegué a la Estación Atocha en los trenes rápidos. Son confortables y veloces, pero la estación madrileña es un caos y el manejo del equipaje, resulta complicado. La organización en Barajas es muy superior. Otras dos veces llegué en automóvil, desde Barcelona y desde Marbella, pero las distancias son largas y la entrada a Madrid, aún con GPS, bastante pesada. Ninguna de las alternativas supera al avión.
En el lejano 1960, luego de recorrer Barcelona y siendo los viajes en tren, en ese entonces, bastante precarios, tomamos la resolución de hacer este tramo en avión. Todavía recuerdo con emoción mi primer vuelo! Se trataba de una nave moderna y el trayecto se completó sin inconvenientes, quedando fascinados por tener las nubes a nuestros pies y divisar los puntitos de las ciudades que íbamos dejando atrás. El sueño de Ícaro concretado gracias a la tecnología. Pero no hubo tiempo para muchas cavilaciones; el viaje era corto y en menos de una hora sobrevolábamos Madrid y el aeropuerto de Barajas.
Sólo un taxi a todo motor y ya estábamos en el centro histórico de Madrid en 30 minutos. Primer contacto con la capital de España con su pasado trágico y glorioso. Lugar propicio para la algarabía y el donaire aunque al momento de mi primera visita, como ya lo expresé, era una ciudad pobre, con presencia policial y militar fuerte, consecuencia de 20 años de gobierno del general Franco luego de la guerra civil.
Posteriormente, Madrid fue evolucionando y reviviendo con rapidez. Esta ciudad ha sido una de las más visitadas por nosotros, junto a Paris y Munich y por delante de Roma. No menos de 20 veces transitamos por sus calles, recorrimos sus iglesias, abadías y museos, entramos a sus tiendas, shopings y boutiques, disfrutamos de sus “colmaos”, verbenas y teatros; degustamos de su sabrosa comida y nos divertimos con la alegría de la noche madrileña. Siempre encontramos a una ciudad mejor, más grande, más libre y enriquecida; por lo menos hasta el 2019, fecha de nuestra última visita.
Desde el lejano 1960, paramos en un hotel céntrico que nos había recomendado mi suegro, sobre “La gran Via”, esa gran avenida que corta el corazón de Madrid. Era el hotel Emperador, de 4 estrellas, pero afrontable en ese momento, por el valor de nuestro peso frente a la devaluada peseta. En los viajes sucesivos, mantuvimos, en general este alojamiento por la gran comodidad que resultaba tener todo a mano, plazas, monumentos, palacios, negocios, shoppings, restaurantes y otras facilidades, contra la desventaja del decaimiento progresivo de la avenida y la proliferación de pordioseros e inmigrantes enfermos y mutilados que vivían en el lugar. Cuatro veces cambiamos de hotel para disfrutar de una estadía superior; dos por Congresos Internacionales, parando en los hoteles reservados por sus dirigentes, por lo general alejados del centro histórico y otras dos, en establecimientos pertenecientes a Marriott uno cerca del Jardín Botánico y del Centro Reina Sofía y el otro, de gran calidad, enfrente del parque del Retiro, a dos cuadras de la puerta de Alcalá.
En estas páginas, me referiré básicamente al Madrid actual; el de 1960 será mencionado sólo por necesidad comparativa. Algunas cosas no han cambiado; en otras, no quedan ni rastros del pasado.
Habitualmente, luego de acomodarnos y abrir nuestro equipaje, salimos a reencontrarnos con los lugares conocidos que tanto nos agradan, caminando por la Gran Vía en dirección a la Cibeles.
En el 2018 la Gran Avenida se había reinaugurado tras una profunda renovación que incluía a las fachadas de los edificios linderos y el conjunto lucía ahora en todo su esplendor. Cuatro o 5 cuadras pasando por negocios conocidos como Zara, Mango, HM, Sony, etc, por delante de construcciones elevadas, de 8 a 10 pisos, con frentes barrocos o clásicos, palacios, cines, teatros, muchos negocios y llegamos a Callao que ahora se abre en plaza entre los edificios del Corte Inglés, que antes fueran de Preciados, y que actualmente ocupan, además del Corte Inglés, algunas marcas como la catalana “Desigual”, venta de los elementos sonoros que la tecnología produce (antiguas discotecas), un teatro y un cine. También surge una estación de subte para circulación y trasbordo. El último piso del Corte Inglés presenta un espacioso lugar de comidas, con puestos característicos de distintas regiones españolas, donde se saborea sabrosa comida del lugar, así como un mercadillo que vende alimentos refinados. En su extremo, se abre un gran balcón, desde donde se puede observar excelentes vista de la ciudad. Vale conocer el lugar y disfrutarlo.
De Callao se inician tres o cuatro senderos o vías, siendo la de la izquierda la que va, pasando por una importante iglesia, a uno de los centros emblemáticos de Madrid, “La puerta del Sol”. Ese gran espacio abierto está rodeado por la Municipalidad al frente, con su clásico reloj- campanario, que señala todos los años el fin del viejo y el inicio del nuevo, en medio de la celebración popular y el frío seco. Edificios comerciales e históricos completan el clásico entorno, con la emergencia en el medio de una gran estación de subterráneo, la clásica figura del Oso y del magroño, que se levanta imponente al costado de la plaza, numerosas mesitas para solaz de los parroquianos de los bares del entorno, durante el verano y el mojón cero km, pues desde este punto se miden todas las distancias en las rutas españolas. Generalmente un gentío turístico inunda la zona que se distribuye por las calles adyacentes. Mirando de frente a la Municipalidad veremos que dos calles escapan por izquierda, otra sigue recta por el costado del edificio público y otras dos, divergen a nuestra derecha, serpenteando entre casonas de mas de un siglo. Además de la calle por donde hemos llegado. La primera de la izquierda es la famosa calle de Alcalá, adonde se acaba de inaugurar un enorme hotel de lujo que ocupa la manzana entera (Four Season); luego y en la mano opuesta, nos encontramos con la Academia de San Fernando, excelente museo que comentaré más adelante. Después, la calle se unifica con la Gran Vía para llegar juntas a la Puerta de Alcalá y seguir su recorrido bordeando el parque del buen Retiro. Las calles de la derecha nos llevan a sitios de alto valor turístico, cuna del Madrid austero y clásico o de los Austrias; saliendo de Puerta del Sol y caminando por calles angostas, hacia la izquierda, entre viejas iglesias que luego describiré, santerías, hoteles de medio pelo y comercios, llegamos rápidamente a otro amplio espacio encerrado por una edificación uniforme de varios pisos y de estilo gótico. Con asombro, recorremos la impactante “Plaza Mayor”, recinto que abarca unas dos manzanas y que fue construido en el 1600 como máxima expresión del Madrid de los Austrias. En el centro del gran patio empedrado, se levanta la estatua ecuestre de Felipe III, realizada por el escultor italiano, Giambologna. En las galerías de la planta baja de la construcción que marca el perímetro de la plaza, proliferan las tabernas y mesones donde puede degustarse platos típicos de la ciudad. Y en los días festivos, se concentran músicos o artistas en el patio, para ejecutar aires u obras de corte popular.
Saliendo de la Plaza Mayor por el extremo opuesto, enfrentamos la calle de los cuchilleros donde anidan los restaurantes más antiguos de Madrid y donde la algarabía no tiene horario. La comida es buena aunque los precios, más altos. Sin descender por cuchilleros y siguiendo al frente una cuadra más, encontramos otro lugar interesante: el mercado de San Miguel, espacio abierto, donde se concentran alimentos muy frescos recién traídos para su consumo, que uno los compra y luego los come en mesas comunes no muy fáciles de conseguir. Allí hay de todo, frutos de mar, gran variedad en pescados, emparedados, quesos, jamones, postres, chocolates, frutas en variedad interminable y una cava de vinos bien provista. El sitio está de moda y la clientela es de clase media alta, lo que sube los precios. Pero la alegría bulliciosa y la comida de calidad, justifica quedarse. Siempre que se encuentre lugar ya que allí no se puede reservar. En 4 o 5 ocasiones, hemos podido con paciencia, lograr asientos para almorzar.
Continuando a pie recorremos las calles vecinas y nos encontramos con la plazuela de San Javier, rincón evocador donde se yergue la iglesia de San Pedro con una torre mudejar del siglo XIV, uno de los pocos testimonios de esa arquitectura que aún quedan en Madrid. Luego cruzamos por la plaza de la Paja, un pequeño oasis de tranquilidad, en este mundillo trajinado por legiones de turistas y desde allí, y en los jardines aledaños, puede admirarse un agradable panorama compuesto por la sierra del Guadarrama y una gran extensión verde, llamada “Casa de Campo” que es un parque natural con lago, piscinas y un importante zoológico. Un viaducto de alta velocidad, atraviesa esta zona descansada a la que nunca nos llegamos.
De regreso ahora, pasamos por una iglesia jesuita, la catedral de San Isidro, que guarda los restos del Santo, patrono de la ciudad y los de su esposa, Santa María de la Cabeza y nos dirigimos para visitar una joya de mística belleza del pasado devoto, que es el monasterio de las Descalzas Reales. Fue construido en el siglo XVI por mandato de Juana de Austria, hija de Carlos V, como un convento elitista de Franciscanas Clarianas. Se ingresa al piso superior por una escalera impresionante, exquisitamente decorada, y allí se visitan las celdas de las religiosas, cada una con su capilla que compite en belleza y exaltación mística con las demás. En lo que fuera el dormitorio de la comunidad, se exhiben 11 tapices con dibujos de Rubens cosidos con hilos de plata y oro.Tales tapices, por su grandiosidad, calidad y excelente estado de conservación, constituyen de los más importantes que haya observado. En las paredes, luce un magnífico San Francisco de Zurbarán, y obras excelentes de Tiziano, Brueghel, Rubens. Hay tallas magníficas de Pedro de Mena y Gregorio Hernández, así como numerosas arcas y cofres conteniendo adornos y joyas. En la actualidad, sin embargo, muchas de las pinturas son excelentes copias ya que los originales han pasado al museo de Prado. La visita a este Monasterio proporciona una increíble sensación de paz y entusiasmo estético. Incluso el monasterio que se mantiene activo y en la actualidad cuenta con unas 20 reclusas, dispone de un terreno transformado en huerta, para sustento de las monjas en pleno centro de Madrid. Es más que recomendable su visita.
Si regresamos a “Puerta del Sol” y tomamos el otro camino de la derecha, avanzaremos por callecitas con tránsito vehicular y caminantes, flanqueadas por tascas, santerías, grandes negocios de venta de jamón, hoteles y finalmente una plaza que enfrenta a un importante teatro: es el edificio de la ópera con mesitas de los bares en la periferia y en una de sus esquinas, con colchones de inmigrantes indocumentados que duermen en el lugar. Esto desde luego, ha producido un deterioro doloroso en el ambiente que el Estado debiera solucionar, protegiendo y dándole cobijo a esta pobre gente que se la emplea durante el día para la venta ilegal de objetos y luego se la abandona o persigue con la policía.
Si rodeamos el lugar y continuamos nuestra marcha, enfrentaremos la plaza de Oriente y a un costado se levanta otro famoso Monasterio; el de la Encarnación fundado a comienzo del siglo XVII, por la esposa de Felipe III y ocupado por las monjas Agustinas Recoletas. Por donaciónes de sucesivos reyes, el monasterio se enriqueció con valiosos objetos de la devoción católica y numerosas obras de arte. Acapara la atención una importante colección de cuadros de la escuela madrileña de ese siglo, así como magníficos Riberas y Van der Meulen. En su relicario, se guardan mas de 1500 reliquias de santos y mártires, entre los que se destaca un botellón con la sangre de San Pantaleón, famosa porque según la tradición, dicha sangre se licúa todos los 27 de Julio, aniversario del martirio de dicho santo.
Los grandes sitios de visita del viejo Madrid, están todos al alcance de una buena caminata. Cerca del Monasterio de la Encarnación, sobre la plaza de Oriente que hoy es un bello parque con la estatua ecuestre de Felipe III, se despliega el frente imponente del Palacio Real que permanece parcialmente ocupado por los Reyes de España. Fue construido por los Borbones en el 1500 como residencia real y enfrenta el extenso parque con una fachada de 140 metros de largo. Lo visitamos y recorrimos un par de veces. Grandes espacios vacíos se dan en la planta baja y por una escalera verdaderamente monumental, se sube al primer piso, donde se visitan los salones de Las columnas, el de Gasparni y el del trono. Si bien no se llega aquí al lujo o a la majestuosa presencia de los grandes palacios franceses e italianos ya conocidos, la decoración es excelente, el ambiente trasunta grandeza y desde los balcones y terraza se logra una vista agradable, con el fondo de las sierras y el transcurrir del río Manzanares. También, en el basamento, vimos una interesante sala de armas y el museo de los Carruajes.
Regresando al patio del ingreso, una plaza embaldosada nos separa unos 200 metros de una elegante iglesia que se yergue a su vera y cuyo frenre neoclásico con dos torres laterales, mira hacia el palacio: es la catedral de Madrid, la de la Virgen de la Almudena (nombre de origen musulmán), una de las catedrales más jóvenes de Europa ya que se inauguró en el siglo XX luego de la gran guerra. El interior es una mezcla de estilos, predominando el barroco español en algunas tallas como la de Jesús en el altar y la sillería del coro, producido en el 1600. Con algún lienzo y esculturas de artistas españoles e italianos del siglo XVII; el resto de la construcción es gótica. El ingreso a la Catedral, se realiza desde la calle Bailen, por un amplio portal en la rama izquierda del crucero, enfrentado en el extremo opuesto la figura de la virgen, a unos 5 m de altura a la que se llega por dos escaleras laterales apoyadas en la pared, en forma de V invertida, con una rama para el ascenso y otra para el descenso y una pequeña plataforma en su vértice donde pararse y contemplar la bella imagen de la virgen de la Almudena. En el espacio que se abre entre las dos ramas de la escalera, bajo la virgen, está la tumba de la reina María de las Mercedes, esposa de Alfonso XII y una de las promotoras más ilustres de la Iglesia. En distintas oportunidades, hemos podido hacer un alto en nuestras fatigas viajeras, y descansar, meditando, en sus bancos de reluciente madera.
Volviendo a los parques y jardines que rodean y dan perspectiva a las realizaciones del período de los Borbones, está la plaza de Oriente entre el Palacio y el teatro Real, los Jardines de Sabatini hacia su derecha con la plaza de la Encarnación, y hacia la izquierda, luego de la catedral, los jardines de las Vistillas, a poco más de 100 metros de distancia de la monumental iglesia de San Francisco el Grande. Si proseguimos por esta avenida terminaremos en la Puerta de Toledo, uno de los viejos ingresos de Madrid.
Regresemos ahora al comienzo de la Gran Vía; desde Plaza España, que tras muchos años, inauguró sus obras de renovación, quedando la plaza en un plano inferior que incluye una fuente, algunos juegos, jardinería y la estatua de Colón que se eleva sobre su alto pedestal. Los contornos, están en un plano superior, al nivel de las calles que la circundan, para la circulación de transeúntes, el estacionamiento de numerosos buses de excursiones y cartelería en general. A espalda de Colón se elevan dos edificios importantes: la torre de 45 pisos y el Edificio España de elegante estructura pero de altura un poco menor. En la calle lateral, que cruza a la Gran Vía, frente a la plaza, se encuentra un restaurante con excelente comida adonde hemos concurrido con alguna frecuencia por su cercanía del hotel.
Si caminamos por la avenida que como Gran Vía comienza en Plaza España, pero ahora en sentido opuesto, veremos que su continuación se denomina Av. Princesa y transcurre por un ambiente agradable con un gran complejo hotelero de 5 estrellas a su vera. A medida que nos internamos hacia el noroeste, el ambiente va cambiando por la presencia de jóvenes estudiantes ya que allí se encuentra la Ciudad Universitaria, con la Universidad Complutense de Madrid, conocida en el mundo entero, como Instituto estrella. El campus se desarrolla a la derecha de la avenida; a la izquierda está el barrio de la Moncloa.
Después, sigue la avenida paralela a la ruta que se dirige al Palacio del Prado, al Escorial y al Valle de los Caídos, pero cambia de nombre otra vez y antes de salir de la ciudad se denomina Av. Puerta de Hierro que llega hasta donde se encontraba la vivienda del entonces Juan Domingo Perón.
Volvamos al hotel y continuamos nuestro reconocimiento de lugares vecinos. En los últimos viajes descubrimos que saliendo del Emperador y girando a la derecha, la calle que cruza la Avenida, nos lleva en 200 metros a la plaza Santo Domingo que es un nudo interesante ya que por una parte nos conecta con una cortada peatonal que muere en Callao y está sembrada de bares y restaurantes, argentinos, italianos, holandeses, asiáticos, de atractivo aspecto y algunos con buena cocina. Por otro lado, rampas y escaleras descienden hacia el teatro de la Ópera, con mas restaurantes, edificios públicos y un hotel 5 estrellas.
Si regresamos a la Gran Vía, superado Callao, la avenida realiza una suave curva descendente hacia Cibeles. Pronto se une a la calle de Alcalá y viajan juntas hasta la puerta del mismo nombre. Es un sector de joyerías, viejas iglesias, bancos, edificios magníficos para alcanzar en la intersección con los Paseos del Prado y Recoletos, la hermosa Fuente de Cibeles, punto referencial en el tránsito de la zona. La fuente en sí, es un gran estanque circular, con agua fluyendo por sus bordes y el centro ocupado por la diosa Cibeles que comanda un carro guerrero tirado por leones Edificios barrocos como el Banco de España son vigías ilustres que resaltan la etapa Borbona de Madrid, alrededor de la plaza y la circundan. También encontramos en la vecindad el Palacio de Linares, el de Comunicaciones y el Ministerio de Defensa con sus jardines. Si ahora caminamos por el agradable y arbolado paseo del prado, en dirección al Museo, daremos con otra fuente similar, en cuanto a importancia y belleza, que es la de Neptuno.
En cuanto a la Gran Vía, serán una docena las cuadras desde la Plaza de España que marca el comienzo y la fuente donde culmina la Gran Vía. Sobre su pavimento hemos visto circular, en tantos años, distintos aspectos de la vida en la capital; como espectáculos deportivos, tal las finales en ciclismo de las vueltas de España, con un público enfervorizado y numeroso, hasta marchas por los derechos y cambios culturales, como los del orgullo gay, las del movimiento feminista pro aborto y últimamente, el colectivo multigénero. Nos faltó en este caleidoscopio, unos años antes del 60, el desfile de las camisas Pardas en los tiempos de Primo Rivera.
Un par de cuadras más allá de la Cibeles contemplamos otro ícono madrileño: la Puerta de Alcalá. Fue construida por Sabatini en los setenta del siglo XVIII, para conmemorar el ingreso del rey Carlos III a Madrid luego de un período de gran inestabilidad político- militar. Allí se encuentra una de las esquinas del Parque del Retiro y cruzando la Av. de Alcalá, la calle Alfonso XII se transforma en la conocida calle Serrano del barrio de Salamanca.
Después de la zona que rodea a la puerta del Sol y a la Gran Vía, éste es uno de los lugares más transitados por nosotros, ya sea a nivel de las elegantes construcciones y boutiques que Salamanca ofrece, sus buenos restaurantes, sus importantes museos o bien por el bellísimo parque, el del Buen Retiro, que en las tardes de estío ofrece numerosas atracciones y lugares frescos, distendidos. Comenzaré por mi recorrido de este último, cuya visita fue algo tardío, pues al principio consideraba pérdida de tiempo, ir a un parque en Europa. Al alojarnos en un excelente hotel, en el 2014, que daba a la calle Alfonso XII, se dieron las circunstancias para recorrer este pulmón de la ciudad. Cubre un área importante, de más de 100 hectáreas e incluye senderos apacibles bajo una añosa arboleda, un lago artificial con alquiler de botes, espacios abiertos con juegos para los niños, bares y expendio de bebidas en lugares estratégicos y algunas construcciones para exposición o reuniones y los más conocidos, son los palacios de Velázquez y de Cristal.
Si entramos al parque por la puerta de Alcalá (no la Alcalá de Sabatini), nos encontraremos con el lago o gran estanque, surcado por botecitos a remo, de alquiler. En uno de sus extremos se levanta un importante monumento a Alfonso XII y grupos musicales alegran el lugar. Otro recorrido ameno es el paseo de la Argentina o de las estatuas, donde se exhiben excelentes estatuas de todos los monarcas españoles, que se iban a colocar sobre el techo del palacio Real y que luego, por modas arquitectónicas, se resolvió no hacerlo y se trasladaron al Buen Retiro. Setos de flores y arboles muy añosos (hay uno de 400 años) y numerosas fuentes y otras esculturas adornan los distintos espacios del parque. Incluso el diablo tiene la suya (estatua del ángel caído). Para los niños, hay teatros de títeres, el lago con sus botecitos y los numerosos personajes infantiles disfrazados, que estilo Disney, circulan por el lugar. Por último, como lo escribí, se destacan dos construcciones, los Palacios Velazquez y el Palacio de Cristal. Están dedicados a exposiciones transitorias y conferencias. El de Cristal, con su lago y surtidor de agua adjunto, fue construido como invernadero para una exposición de plantas. Hoy es una atractiva curiosidad que atrae turistas todo el año. En el extremo opuesto a la Puerta de Alcalá, el Parque se avecina a la terminal de trenes Atocha; frente a la Puerta, se extiende el barrio de Salamanca.
El barrio de Salamanca
Pasando la rotonda de la puerta de Alcalá, la calle Alfonso XII cambia su nombre por el de Serrano y nos introduce en el mundo de la alta costura madrileña. Las marcas internacionales más conocidas, exhiben en sus esmerados escaparates, las novedades de la moda a precios astronómicos para nuestro pobre peso actual. También abundan las joyerías y relojerías con diseños exquisitos para colocar fortunas en distinguidos cuellos o muñecas. Desde luego que hay buenos restaurantes con menúes para todas las dietas y aquí los valores son más razonables. Pero hay además otra motivación en recorrer esta zona sofisticada y es la presencia de excelentes museos, que a lo largo de los años, fuimos conociendo. Primero fue en museo Lázaro Galdiano, años después el Sorolla y finalmente el Arqueológico Nacional. Los iré relatando sucesivamente.
Museo del Prado
Sin duda el del Prado es el principal museo de Madrid y uno de los más importantes del mundo en pintura clásica. Como todo gran museo, su recorrido requiere tiempo y conocimiento previo de lo que se va a ver para que el placer sea mayor y no caer en el agotamiento.
La colección de pintura española es por supuesto incomparable y ocupa una parte importante de sus grandes salones. Allí estaban las alargadas y ascéticas figuras del Greco con sus tonalidades del azul; los bellos retratos de Zurbarán con su dominio del claro –obscuro; Murillo el pintor de las hermosas vírgenes y de los rapaces andaluces a los que dotó de una gracia inigualada. Juan de Juanes con un magnífico “Ecce Homo”. Velásquez, verdadera cumbre pictórica de España, por su técnica perfecta en el dibujo y el color, tiene aquí sus mejores cuadros, como las famosas “Meninas” , el retrato de la infanta Margarita de Austria en un traje de color rosa y plata, la “Rendición de Breda”, la “Fragua de Vulcano” un emocionante Cristo crucificado y otras obras exquisitas. Después del gran maestro andaluz, pasó siglo y medio para que otro artista genial conmoviera a la pintura española. Francisco de Goya irrumpe en el Olimpo de las grandes figuras con la poderosa fuerza de su arte. Su pintura es vigorosa, de insuperable realismo y profundamente comprometida. Así se ven sus impresionantes cuadros “fusilamientos de la Moncloa del 3 de mayo” y “2 de mayo”, donde inmortaliza las duras y sangrientas escenas ocurridas en Madrid en 1808, por el levantamiento popular contra los franceses. También osados retratos lograron gran repercusión como son su par pictórico de la “maja vestida” y “la maja desnuda” y sus terribles aguafuertes sobre “los desastres de la guerra”, “Inquisición” “Tauromaquia” y otros temas muy ibéricos, que lo convirtieron en un verdadero paradigma del artista español. Entre los retratos, son particularmente famosos los de Carlos IV con su familia y los de la condesa de Chinchon, la duquesa de Alba, la de Benavente. Se ha dicho que sin Goya, no habría sobrevivido la fisonomía de todo un siglo de la aristocracia española. La colección de pintores flamencos es, igualmente de extraordinario valor. Rubens aporta su vibrante pintura barroca y los grandes artistas, ya mencionados en el periplo europeo, Van Dyck, Jordanes, Rafael, Botticelli, Corregio , los magníficos impresionistas y los insuperables venecianos, con grandes cuadros de Tintoretto y Tiziano. Destaco un enorme cuadro de Tintoretto, traído de la Escuela veneciana de San Roque donde el pintor trabajó gratuitamente muchos años, sobre la Ultima Cena, llamado el Lavapiés, donde Jesús y San Pedro lavan los pies de pobres de Judea como acto de servicio. Poussin, Durero, Rembrandt exhiben su paleta cromática privilegiada, entre tantos otros grandes de todos los tiempos. Además, en mi reciente visita del 2012, en sus salones de exposiciones transitorias, tuve el privilegio de apreciar una colección increíble de Rafaello de Sancio, titulada “El último Rafael” y otra de “Murillo & Justino de Neve” o el arte de la amistad, donde se expone una selección de obras realizadas durante las últimas dos décadas de su vida. Don Justino de Neves era el canónico titular de la catedral de Sevilla, culto, adinerado y gran amigo de Murillo a quién encargó buena parte de sus pinturas. En su momento, las pinturas formaron parte de la gran colección privada del amigo y otras, decoraron la catedral, la iglesia Santa María la Blanca, edificada sobre una sinagoga que sigue exhibiendo sus obras y el Hospital de Venerables Sacerdotes que hoy se exhiben en el Prado.
En las cercanías, sobre una plaza enclavada en la loma que asciende al parque del Retiro, se levanta la imponente iglesia de los Jerónimos con el monasterio adjunto de gran valor histórico y muy visitado por el turismo. Y también en la vecindad, encontramos una Institución que casi todos conocemos, La Real Academia Española de Letras, en un edificio de aspecto clásico, cuyos Académicos están encargados de velar por la evolución y pureza del lenguaje castellano, que hoy se habla en muchas partes del mundo.
Además del Prado, existen importantes pinacotecas en Madrid, algunas que visitamos en viajes posteriores y otras que de transitorias se transformaron en permanentes, como las del barón Thyssen – Bornemisza que contiene una colección extraordinaria de mas de 800 pinturas desde los siglos XIII al XX. Ocupa el palacio neoclásico de Vallehermosa y en la actualidad se ha enriquecido con la donación de otra importante colección por parte de la viuda del Barón luego de un juicio prolongado con su hijo por la posesión de tales pinturas de valor millonario. Muestra magníficos lienzos y pinturas en tablas de madera desde el siglo XIII en adelante. Muy bien representadas están las Escuelas italianas, holandesas, españolas, de impresionistas franceses, post impresionistas y los principales exponentes del siglo XX, el gigantesco Picasso; el maestro del color y padre del fauvismo, Matisse, Miró, Dalí, Kandinsky y Chagall entre los mas notables. Constituían una legión que experimentaban en la búsqueda de una forma de expresión que lo representara. Así esta vanguardia artística se inició en las dos primeras décadas del siglo XX con las imágenes distorsionadas del cubismo, de la mano de Picasso y Braquè que continuaron la evolución de los trabajos de la vejez de Cezanne. Se priorizaba plasmar los estados de ánimo por sobre la figura o el paisaje. Se prefiere lo circunstancial, pasajero con el empleo del color y la luz despreciando y aún distorsionando la forma. Se trata de un arte pictórico con un enfoque social y psicológico. Ejemplos de este pensamiento, son el hombre del clarinete de Picasso (colección Thyssen), o la mujer sentada de Juan Gris. Por este camino se marchó hacia una expresión cada vez mas abstracta y divorciada de la capacidad de interpretación del público en general.
Aprovechando este breve comentario sobre la evolución de la plástica y la estética en nuestro siglo XX, añadiré que el mismo Picasso, motor del vanguardismo, abandona estas experiencias a comienzo de la primera guerra mundial para desarrollar lo que llama la pintura sintética como “cabeza de hombre” o lienzos mas “clasisistas” tal “la flauta de Pan” o “Arlequín con espejo”, terminadas en 1923, que pueden verse en esta exposición. Kandinsky, también mencionado y presente en la colección del barón, expresa con un derroche de color, donde predominan los tonos rojizos, sin figuras, abstractos sentimientos musicales. Tal su óleo, “Pintura con tres manchas” de 1914. Por su parte, los cuadros de Miró asombran por su sencillez elemental, sus colores uniformes, sus motivos infantiles, tal el caso de “campesino catalán con guitarra” muy difícil de valorar como obra de arte para el no iniciado, entre los que nos encontrábamos. Sin duda Miró no es uno de mis predilectos aunque sus cuadros valen una fortuna. Más cercano a nuestra sensibilidad dentro de la pintura del siglo XX, se encuentra el surrealismo de Dalí y las figuras etéreas y flotantes de Chagall.
También en el área del Prado, cerca del Botánico, la Caixa ha inaugurado recientemente un Museo con obras de españoles del siglo XX a la actualidad y exposiciones transitorias, en una vieja compañía de electricidad. No hemos tenido oportunidad de visitarla.
Destaco una joyita dentro de la pintura, el museo Sorolla, luminosa exposición de los cuadros de este pintor, en la casa que él mismo habitó a principios del 1900, pleno de imágenes de bellas y etéreas mujeres en los balnearios luminosos de España y de Biarritz.
Muy cerca y por calle Serrano está un Museo que atesora colecciones importantes. Es el Lazaro Galdiano. Fuimos a recorrerlo en 1971 y seguramente se habrán producido muchos cambios. Don José Galdiano incorporó a su palacio neoclásico extraordinarias colecciones y obras de arte que después legó al Estado En exposición en planta baja, luego del ingreso, se aprecia un conjunto impresionante de marfiles, tallas y esmaltes traídos de Bizancio y Limoges. El primer piso se destacan pintores españoles, Murillo, Carreño, entre otros, en medio de muebles delicadamente decorados y en el segundo piso, pintura española del siglo de oro (el Greco, Zurbarán, Murillo) flamenca e italiana (Tiépolo). En el tercer piso hay colecciones de armas antiguas, abanicos, etc de menor interés para nosotros.
El tercer gran museo vinculado con calle Serrano, es el Arqueológico Nacional, adonde ingresamos en uno de los últimos viajes, suponiendo que su contenido no sería para nosotros muy excitante. Idea muy equivocada; es realmente recomendable. En el jardín, antes del ingreso, se desciende a una excelente reproducción de las cuevas de Altamira, que en la actualidad están vedados al público para evitar su destrucción. Correspondería en tiempo, al Paleolítico superior y el recorrido es muy interesante.
Ingresando al edificio, en las primeras Salas, se exhiben artículos metálicos y de bronce de la cultura Ibérica unos 3000 años aC , como los toros de bronce Costix y objetos procedentes de Egipto, Nubia y Grecia. En las salas siguientes se destacan excelentes esculturas ibéricas como la figura de alabastro de la dama de Galera y un famoso busto de la Dama de Elche del siglo IV a de C de una perfección artística impensada para esa época. Otras figura femenina que se muestra en estas salas, con gran realismo, es la Dama de Baza que corresponde a una diosa de esa época.
En siglos más recientes las sucesivas salas muestran objetos de oro, nácar y marfiles, desde los visigodos al arte incomparable de la España árabe. De la reconquista se muestra una cruz procesional de marfil del tesoro de San Isidoro de León y más adelante, muebles y bronces del Renacimiento Italiano.
En el mismo edificio se encuentra la Biblioteca Nacional, pero con entrada por el paseo de los Recoletos (continuación del Paseo de la Castellana) y en la manzana siguiente, encontramos la Plaza Colón, con los jardines del descubrimiento y sus bloques de piedra.
En esta formidable concentración de exposiciones, ocupa hoy su lugar el Centro Reina Sofía, de habilitación mas reciente y que no existía como museo allá por el 1960. En su segunda planta, este Centro expone su colección permanente con fuerte predominio de la pintura contemporánea. La estrella del lugar en ese momento era el extraordinario lienzo de Picasso “Guernica” que hace referencia al primer bombardeo de población civil durante la guerra intestina que asoló a España. El dramatismo y fuerza que trasmite el cuadro, ha hecho de ésta, una obra ya clásica y paradigmática del gran pintor. Por primera vez, vimos con Martha, esta magnífica expresión de desesperación en el museo de Arte Moderno en New York y ahora la obra ha sido traslada a Barcelona. Asimismo se muestran otros cuadros importantes de Picasso en su etapa cubista y una sala completa dedicada a Salvador Dalí. También hay cuadros de Miró.
Otro lugar de gran riqueza pictórica no muy visitado es el Palacio de la Academia de San Fernando que recorrimos en nuestro último viaje y contiene a grandes pintores europeos y españoles entre los siglos XVI y XIX. Una sala está dedicada a Goya y otra exhibe bellos lienzos de Zurbarán. Se halla muy cerca de “Puerta del Sol, sobre la calle de Alcalá y pasando el hotel Four Season.
Otros sitios de interés en Madrid
La noche en Madrid tiene atractivos interminables. Dentro de lo folklórico visitamos un colmao invitados por mi hija y yerno y junto a nuestra nieta Camila, en la mencionada calle de Santo Domingo a unos 100 metros del hotel. Todo el vigor andaluz resonó con fiereza sobre esas tablas aporreadas con gallardía por mujeres y hombres. Una cena interminable con platos fuertes y gran colorido. Por una vez, vale intentarlo. Las verbenas y zarzuelas son otras de las expresiones musicales autóctonas y el Teatro Nacional de la Zarzuela, aledaño al paseo del Prado, el mejor lugar para gustarlas. Teatros abundan y algunos elencos son excelentes. Hay que saber elegir. Y los bares, café-concert y espacios para el bullicio están activos hasta el amanecer, aunque no es el tipo de actividad que nos incluye.
Por último, no concurrimos a las corridas de toros por principio, por más colorido que tengan. El toro o el torero mueren y con eso nos basta. Siempre hemos rechazado invitaciones de nuestros amigos al respecto. Y el otro gran espectáculo, sobretodo para argentinos, es el fútbol con el Real de Madrid a la cabeza. Nunca fuimos al gran Estadio por falta de motivación, pero muchos connacionales se han llegado a Madrid sólo para ver un partido (quizás el inimaginable Boca-River).
Fuera de las exposiciones, vale hoy día, transitar, como se dijo por la sofisticada zona del barrio de Salamanca, quizá sin destino fijo, contemplando los negocios de alta costura, bancos internacionales, joyerías, galerías de artes, boutiques y mansiones de calle Serrano, Ortega y Gasset, Lagasca y Almirante, entre otras. A poca distancia, el paseo de la Castellana, también expresa su lujo y donaire con elevados edificios de Oficinas de Seguros y Bancos. Además, la zona es rica en establecimientos médicos privados o públicos de jerarquía. En Antonio Acuña 9, se levanta el Instituto Palacios, centro dedicado a la salud de la mujer con cierto énfasis en el período post reproductivo, reconocido en toda España y visitado personalmente varias veces, por interés profesional y larga amistad con su Director.
Y para los viajeros frecuentes a esta gran ciudad, recordarles que los domingos de mañana y hasta la una, abre un tradicional mercado de pulgas, conocido como el Rastro, que se extiende por varias cuadras aledañas a Toledo, entre ésta y Ribera de Curtidores. Todo se vende allí, nuevo y usado, marcas e imitaciones o falsificaciones; ropas, cuadros electrodomésticos, abanicos, muñecas, piezas de marfil o cristal a un bajo precio y con regateo. Pero quizá lo que más puede atraer al visitante es el espíritu festivo, la alegría y el dinamismo de ese pueblo vital, pujante que lo ha pasado todo sin cambiar su carácter.
A pocos kilómetros de la capital se visitan lugares inolvidables, por su imponencia y las emociones que despiertan, pero quedan relegadas para una descripción posterior. Me refiero en este párrafo, al Palacio del Escorial, al monumento del Valle de los Caídos, a La Granja y a Segovia y sobretodo, a ese girón viviente de la historia y arte español, que es la ciudad de Toledo.