por Julienta Tosto Valenzuela.
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Son en su mayoría personas famosas o cercanas al poder.
A veces, ser considerado una persona muy importante (VIP, por sus siglas en inglés) tiene sus beneficios. Sin embargo, quienes han analizado cómo es la atención médica que reciben las personas públicas afirman que muchas veces la fama puede ser perjudicial para la salud.Artistas, políticos, los médicos y sus familiares y hasta los jefes de Estado suelen ser considerados pacientes importantes también VIP, por Very Important Patient por lo que corren riesgo de recibir una atención médica de menor calidad de la que se le brinda a cualquier persona desconocida
Un caso emblemático en la literatura médica es el de Eva Perón, que falleció sin saber qué enfermedad padecía ni qué médico la había operado, y que reiteradas veces se había negado a realizarse estudios médicos. Es más, se negó a aceptar el diagnóstico -acertado- que en su momento le acercó su médico de cabecera perdiendo un tiempo precioso para iniciar un tratamiento oportuno.
Una de las principales manifestaciones del llamado Síndrome VIP es, justamente, que, al sentirse intimidados, los médicos evitan hacer ciertas preguntas o pedir determinados estudios.
"Es una serie de distorsiones en el acto médico que se producen cuando el paciente tiene una gran exposición pública y ejerce, involuntariamente, sobre el médico una presión determinada", definió el doctor Donato Spaccavento, director del hospital Argerich, el establecimiento que el presidente Néstor Kirchner eligió para atenderse.
"Solicitar el test de I IIV, interrogar al paciente sobre adicciones o hábitos sexuales puede resultar difícil en estos casos -agregó Spaccavento-. El camino más fácil suele ser ignorar la realidad del caso y abrirse paso con preguntas menos engorrosas. Generalmente, lo que más inhibe al médico son las prácticas invasoras, porque uno cree que esto es lo que genera más temor o rechazo."
Las prácticas invasoras son aquellas que suponen que el médico entre, con distintos instrumentales, en el cuerpo del paciente. Néstor Hernández, cirujano y subdirector del Argerich, ejemplificó: "Hacerle un simple examen rectal a un paciente importante puede llegar a resultar difícil. Pero ese examen puede advertir la presencia de tumores, y detectarlos a tiempo es mucho mejor que un diagnóstico tardío"..
Hernández citó otra situación que suele suceder con los pacientes VIP. "Un clásico ejemplo que vemos en el hospital son los profesores. Viene un profesor a atenderse y le dice al médico: no, para mí no es necesario hacer este examen. Entonces el médico se inhibe ante la protesta del paciente. En esos casos, los pacientes pasan a controlar y a conducir la situación", contó.
Peligro de sobrediagnóstico
Pero esto no sucede sólo con quienes fueron profesores de los médicos. Pasa también con sus propios colegas, o con los familiares de éstos. Spaccavento lo admite: "Nos pasa a los médicos cuando el paciente es un colega, porque parecería que ese factor genera una serie de complicaciones que no se da con otros pacientes".
¿Cómo caracterizaría a los pacientes importantes?
Más que tenerles envidia son personas a las que hay que tenerles piedad, ya que podrían ser víctimas de errores médicos innecesarios -respondió Spaccavento-. Son víctimas de su propia condición porque generan, involuntariamente, una situación en el equipo de salud o en el profesional que es distinta o peor que la que ese profesional tendría con otro paciente.
¿Se los sobrediagnostica?
Ese es el principio ético de la no maleficencia y es quizás el primer componente del síndrome VIP. El temor al fracaso supera todas las otras consideraciones y en ocasiones lleva a la sobreinvestigación.
¿Cómo puede prevenirse?
Con profesionalismo médico. Nosotros nos reunimos regularmente para compartir las distintas experiencias con esta clase de pacientes. Una de las tareas consiste en entrenar al equipo que atiende al paciente VIP en tácticas de comunicación y de negociación, como por ejemplo cómo dar malas noticias. En la Facultad de Medicina esto no se enseña. Generalmente, el médico aprende a comunicar malas noticias por experiencia, que muchas veces no son las mejores y que no tienen tratamiento científico ni profesional y depende exclusivamente de las características de la persona.
¿Qué es lo más importante para tener en cuenta de este síndrome?
Reconocer su existencia. El mayor obstáculo es cuando el profesional, desde la soberbia, cree que el problema no existe.
Spaccavento mencionó la existencia de varios estudios publicados sobre este tema. Uno de ellos fue realizado por el profesor Sethuraman, de la Universidad Jawaharlal Institute of Postgraduate Medical Education and Research, en la India.
Con respecto a la confidencialidad, dice Sethuraman: "Los medios se amparan en el slogan "el público tiene derecho a saber"... Qué lastimoso sería si un paciente VIP necesitara una cirugía de próstata y todos los detalles morbosos y los pasos de la cirugía estuvieran publicados en los medios, incluyendo Internet".
Por esta razón, Spaccavento subraya la importancia de "acordar con el paciente la información respecto de su estado de salud".
"¿Sabe la presión que eso significa? No es un tema fácil", concluye Spaccavento.