Según un nuevo estudio financiado por el Australian National Health and Medical Research Council.
La deficiencia de vitamina D aumenta el riesgo de mortalidad y el aumento de sus niveles, incluso ligeramente, podría disminuir el riesgo, según descubrieron investigadores que examinaron datos del UK Biobank.[1]

Utilizaron un enfoque de aleatorización mendeliana, en el que se emplean variantes genéticas como "indicadores indirectos" de factores externos que afectan los niveles de vitamina D, como la exposición al sol o la ingesta alimentaria. Dicho método permite analizar la relación entre la deficiencia y los resultados, incluida la mortalidad, algo que no puede hacerse en los ensayos clínicos aleatorizados por razones éticas.

Utilizando este método, el nutricionista Joshua P. Sutherland, Ph. D., del Australian Centre for Precision Health, en Adelaida, Australia, y sus colegas encontraron una asociación entre los niveles de 25-hidroxivitamina D [25-(OH)D] previstos genéticamente y la mortalidad por varias causas principales, así como evidencia de causalidad en personas con concentraciones medidas por debajo, pero no por encima, de 50 nmol/l. Los resultados fueron publicados en versión electrónica el 24 de octubre en Annals of Internal Medicine.[1]

"A diferencia de otros tipos de estudios observacionales, hemos superado algunos de los obstáculos metodológicos. Lo especial de este nuevo estudio es que hemos podido analizar a personas con concentraciones muy bajas de vitamina D y lo que ocurriría si sus concentraciones fueran un poco más altas. La mayoría de los ensayos controlados aleatorizados no muestran un gran efecto. Eso es porque la mayoría de la gente tiene concentraciones suficientes. Desde el punto de vista ético, no se puede hacer un ensayo con personas con niveles muy bajos sin tratarlas", dijo a Medscape Noticias Médicas la autora principal, Elina Hyppӧnen, Ph. D.

Los datos apoyan el umbral de 50 nmol/l aprobado por la National Academy of Medicine de los Estados Unidos y concuerdan con datos anteriores que indican que el beneficio de los suplementos de vitamina D se observa en gran a medida en las personas con deficiencia.[2]

"Se recomienda que todas las personas con concentraciones de vitamina D inferiores a 50 nmol/l aumenten sus niveles. Nuestros resultados señalan que no es necesario aumentarlas mucho. El mensaje positivo es que si podemos elevar los niveles solo hasta las recomendaciones actuales de Estados Unidos, está bien. No es necesario utilizar grandes dosis de suplementos", explicó Hyppӧnen.

Por ello, advirtió: "La suplementación será claramente útil, en especial durante el invierno o si una persona no está recibiendo suficiente vitamina D del sol o en lugares donde los alimentos no están fortificados con vitamina D".

Pero los datos no apoyan el enfoque de utilizar grandes dosis intermitentes, añadió.

"A veces los médicos quieren solucionar la deficiencia rápidamente con una gran dosis en "bolo" y luego continuar con una dosis de mantenimiento. Cada vez hay más evidencia que indica que eso no es beneficioso y que podría alterar el metabolismo del cuerpo de modo que no pueda obtener la cantidad que necesita. Es seguro en general, pero podría no funcionar como queremos".

Por el contrario, Hyppӧnen opinó: "Mi sentir es que la suplementación diaria de una dosis moderada de vitamina D cuando se necesita es el mejor camino por seguir".

El enfoque genético revela la relación causal

Los investigadores analizaron los datos de 307.601 individuos del UK Biobank, una cohorte prospectiva de personas reclutadas en Inglaterra, Escocia y Gales durante marzo de 2006 y julio de 2010. La mayoría eran de ascendencia blanca europea y tenían entre 37 y 73 años al inicio del estudio.

Los niveles de vitamina D previstos genéticamente se estimaron utilizando 35 variantes confirmadas de 25-hidroxivitamina D. Se realizó un seguimiento de los participantes para conocer los resultados hasta junio de 2020.

La concentración media de 25-hidroxivitamina D medida al inicio fue de 45,2 nmol/l y 11,7% (n=36.009) de los participantes tenían niveles de 10,0 a 24,9 nmol/l. Se observaron niveles más altos en las personas que vivían en zonas del sur y en los no fumadores, así como en los que tenían un mayor nivel de actividad física, menos privaciones socioeconómicas y un menor índice de masa corporal.

Durante el seguimiento, murieron 6,1% de los participantes (n=18.700). Tras el ajuste por variables, las odds ratio para todas las causas de mortalidad fueron mayores en personas con niveles de 25-hidroxivitamina D inferiores a 25 nmol/l y parecieron estabilizarse entre 50 y 75 nmol/l, sin que se redujera más la mortalidad en los valores de 75 a 125 nmol/l.

La mortalidad es 36% mayor en quienes tienen deficiencia de vitamina D

El riesgo de mortalidad fue 36% mayor para los participantes con niveles de 25-hidroxivitamina D de 25 nmol/l, en comparación con 50 nmol/l.
Con la aleatorización mendeliana, hubo una asociación en forma de L entre el nivel de 25-hidroxivitamina D previsto genéticamente y la mortalidad por todas las causas (p < 0,001 para la no linealidad) y para la mortalidad por cáncer y enfermedad cardiovascular (p ≤ 0,033 para la no linealidad).
De nuevo, la asociación más fuerte con esos resultados y la 25-hidroxivitamina D prevista genéticamente se encontró en niveles inferiores a 25 nmol/l y se observó una meseta en los 50 nmol/l.
En comparación con una concentración de 25-hidroxivitamina D medida de 50 nmol/l, los investigadores estimaron que las probabilidades de mortalidad por todas las causas previstas genéticamente aumentarían seis tantos (odds ratio [OR]: 6,00) para los participantes con 10 nmol/l y 25% (OR: 1,25) para los que tenían 25 nmol/l.

En comparación con una concentración de 25-hidroxivitamina D medida de 50 nmol/l, los que tenían 10 nmol/l tenían OR genéticamente previstos de 5,98 para la mortalidad por enfermedades cardiovasculares, 3,37 para la mortalidad por cáncer y 12,44 para la mortalidad por problemas respiratorios.

Comparando las concentraciones de 25-hidroxivitamina D medidas de 25 nmol/l frente a 50 nmol/l, las OR para esos resultados fueron de 1,25, 1,16 y 1,96 (intervalo de confianza de 95% [IC 95%]: 1,88 a 4,67), respectivamente. Todos fueron estadísticamente significativos.

En un análisis de sensibilidad de 20.837 personas de origen étnico no caucásico también se encontraron resultados congruentes que apoyan un efecto causal de la 25-hidroxivitamina D prevista genéticamente sobre la mortalidad por todas las causas en aquellos con bajas concentraciones de vitamina D medidas.

El estudio fue financiado por el Australian National Health and Medical Research Council. La beca de Sutherland está financiada por una beca del Australian Research Training Program.