En promedio, una persona con este problema tiene al menos un episodio de apetito desenfrenado a la semana durante tres meses o más
NUEVA YORK.– A las 2 o 3 a.m., David Tedrow solía esconder una caja de cereal vacía en el fondo del bote de basura o de la alacena, donde su esposa no la notara. Tedrow tenía unos 60 años, estaba jubilado y por lo general dormía hasta la tarde, por lo que se quedaba despierto hasta altas horas de la noche, después de que todos se habían ido a dormir.


En sus frenéticos arrebatos nocturnos, solía comerse una caja entera de cereal (Oatmeal Squares, Frosted Mini-Wheats o lo que hubiera) y luego se deshacía de la evidencia. Tedrow contó que había comido de forma compulsiva durante toda su vida, pero tras meses de comerse una caja de cereal todas las noches, decidió buscar ayuda.


En 2016, salió de su casa en Carolina del Norte con el fin de buscar tratamiento para lo que pensó que era una adicción a la comida en un hospital de Wisconsin que se especializaba en trastornos alimentarios. Su diagnóstico fue el trastorno por atracón (también conocido como trastorno de apetito desenfrenado).


“No tenía ni la más mínima idea de que eso existía”, comentó. Pero el diagnóstico lo hizo sentir aliviado. “Había una explicación para esto”.


El trastorno por atracón es el trastorno alimentario más frecuente en Estados Unidos. Las cifras exactas varían, pero según el Instituto Nacional de Salud Mental, casi un 3 por ciento de la población estadounidense ha sufrido un trastorno alimentario en algún momento de su vida, más del doble de las cifras declaradas de bulimia nerviosa y anorexia. Sin embargo, se habla poco de este trastorno y es poco reconocido tanto por el público en general como por los profesionales de la medicina, en parte porque muchos desconocen el diagnóstico o su posible gravedad.


Suele pasar que la gente muestre síntomas durante décadas antes de que se le diagnostique, afirmó Cynthia Bulik, directora fundadora del Centro de Excelencia para Trastornos Alimentarios de la Universidad de Carolina del Norte. “Durante demasiado tiempo se les han dicho cosas como: ‘Ah, no, esto es solo comer por causas emocionales’, ‘estás fuera de control’, ‘es porque no tenés fuerza de voluntad’, ‘la glotonería es un pecado’ o como sea que la gente lo explique, y no se dan cuenta de que tienen una enfermedad que se puede tratar”, afirmó.


¿Qué es el trastorno por atracón?


El trastorno por atracón es relativamente nuevo en el mundo de las enfermedades mentales diagnosticables; se incluyó hace 10 años en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, que los médicos e investigadores utilizan para clasificar las enfermedades mentales. En ese momento, el diagnóstico fue bastante polémico, según B. Timothy Walsh, quien lideró un grupo que recomendó hacer cambios a los criterios existentes para los desórdenes alimentarios y propuso añadir nuevos a esa edición del manual. Walsh comentó que algunos pensaban que “patologizaba la normalidad” y no entendían en qué se diferenciaba de simplemente comer en exceso.


Pero los comportamientos del trastorno por atracón son distintos, dijo. En promedio, una persona con este trastorno tiene al menos un episodio de atracón a la semana durante tres meses o más, durante el cual ingiere una cantidad objetivamente grande de comida en un periodo breve (por ejemplo, tres o más platos fuertes de una sentada) y, sobre todo, siente una pérdida de control y le cuesta dejar de comer. “No se trata de: ‘Me comí un trozo de pizza de más que desearía no haberme comido’; sino de: ‘Me comí varios trozos, varias pizzas, en este breve periodo de tiempo’”, explicó Holly Peek, directora médica adjunta del Centro de Trastornos Alimentarios Klarman en el Hospital McLean en Massachusetts.


Las personas con trastorno por atracón también tienden a comer más rápido de lo habitual durante un episodio; muchas también comen a escondidas y se sienten culpables, afirmó Kelly Allison, directora del Centro de Peso y Trastornos Alimentarios de la Universidad de Pensilvania.


Quienes padecen este trastorno a veces desarrollan bulimia y viceversa, según Andrea Vazzana, psicóloga clínica especializada en trastornos alimentarios del Centro Médico Langone de la Universidad de Nueva York. Los que padecen bulimia también experimentan episodios de atracones, pero además tienen conductas recurrentes de purga, como vómitos inducidos o ejercicio excesivo, para “compensar” la ingesta. El trastorno por atracón en sí no está relacionado con conductas purgativas recurrentes.


Y, lo más importante, el trastorno por atracón interfiere con la vida cotidiana de las personas. Algunos de los pacientes de Bulik han dejado de ir a trabajar porque se quedaron despiertos comiendo hasta tarde y luego se sintieron mal; otros pacientes han despertado con envolturas arrugadas entre las sábanas y comida sin masticar en la boca. Una de sus pacientes compró un pastel para la fiesta de cumpleaños de su hijo y, de camino a casa del supermercado, se lo comió todo con las manos.


Durante un atracón, Kaitlin Schaefer, de 36 años, que gestiona las labores de sustentabilidad corporativa de una marca de ropa en Toronto, a menudo se sentía como si estuviera flotando fuera de su cuerpo: el tiempo se desvanecía en los minutos que transcurrían entre abrir un bote de helado de Ben and Jerry’s y que la cuchara llegara al fondo del envase.


“Es casi como si te convirtieras en un robot”, comentó Kelsey Grennan, de 25 años, una creadora de contenido que ha publicado videos en TikTok sobre sus experiencias con el trastorno por atracón, el cual le fue diagnosticado a los 18 años. En su peor momento, comentó, la comida era su refugio, un atajo para calmar su estrés, que la hacía llegar “a este estado de querer escapar”.


Grennan ha encontrado una comunidad cada vez más numerosa de personas que se están recuperando de este trastorno en internet. Los videos con la etiqueta #BingeEatingRecovery (#RecuperaciónDeTrastornoDeAtracón) tienen más de siete millones de visualizaciones en TikTok y una gran cantidad de usuarios comparten detalles íntimos sobre sus episodios de atracones y sus recorridos hacia el tratamiento, lo que ayuda a reducir el estigma en torno a un trastorno que muy a menudo está marcado por la vergüenza.


¿Cuáles son las causas del trastorno por atracón?


Los investigadores siguen trabajando para identificar cómo interviene la genética; el trauma, en particular un historial de abuso sexual, también puede predisponer a alguien a padecer este trastorno, comentó Vazzana.


En algunos casos, las dietas restrictivas pueden llevar a las personas a desarrollar ese trastorno. Rachel Goode, profesora adjunta de la Facultad de Trabajo Social de la Universidad de Carolina del Norte, denomina eso como el “efecto bumerán”, ya que la gente pasa de no comer a darse atracones. Cuanto más tiempo se privan de comer, más probabilidades hay de que se den un atracón porque tienen hambre.


Cuando estaba en el bachillerato, Chris García, un enfermero de 30 años que vive en las afueras de Washington D. C., se proponía no comer en todo el día, ya que pensaba que, si adelgazaba, sufriría menos acoso escolar. Pero por la noche, a veces después de trabajar un turno en McDonald’s, iba de autoservicio en autoservicio y compraba papas fritas o tacos, sintiéndose hambriento y atrapado. “Enfocarse en hacer dieta y tratar de ser ‘bueno’ —cosas realmente poco realistas— cuando te restringís de tantos alimentos, creo que es imposible, la verdad”, afirmó.


¿Qué opciones de tratamiento hay para los atracones?


La terapia cognitiva conductual es el tratamiento estándar para el trastorno por atracón. A veces, los médicos utilizan otro tipo de terapia verbal, conocida como psicoterapia interpersonal, pero es menos común.


La Administración de Alimentos y Medicamentos solo ha aprobado un medicamento para tratar el trastorno por atracón: Vyvanse, un fármaco utilizado a menudo para tratar el trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Algunos médicos recetan antidepresivos, aunque no está claro si esos medicamentos son para tratar las conductas de atracón o si abordar una depresión subyacente puede ayudar a aliviar los síntomas, explicó Peek.


El tratamiento hospitalario, aunque costoso, también puede ser transformador. En el hospital de Wisconsin, Tedrow pasó tres semanas enfocado en mejorar. Comenzó con terapia cognitiva conductual y medicamentos y acudió a grupos de apoyo y compartió historias con otras personas que también estaban en tratamiento.


El trastorno por atracón sigue siendo “una batalla constante”, dice. “Pero podemos superarlo”.

“Yo lo hice”, añadió. “No es una condena”.

Por Dani Blum