Artículo del Dr. Jorge P. Fellner (Hospital de Clínicas de Buenos Aires)
El profesionalismo médico se ha ido desarrollando en el curso de la historia modificándose su forma en las distintas épocas con los usos y costumbres culturales cambiantes de la naturaleza humana. La relación médico-paciente fue inicialmente la asistencia idónea en los problemas de salud dentro de una atmósfera de confianza plena a un sujeto enfermo, a cambio de una retribución pecuniaria. Incorporó a poco las características esenciales de samaritanismo y altruismo en su responsabilidad con los enfermos y estas características elevan esta actividad humana por encima del resto. La nobleza de espíritu y la compasión de sus cultores es un ideal a perseguir por todos los comprometidos con esta vocación. Últimamente los cambios producidos en los derechos individuales han incorporado con permanencia estable la figura de la autonomía de los pacientes. Este código moral tiene desde su origen primitivo con Hipócrates y hasta hoy a través de todas las culturas, una esencia primordial de fondo. Todas las decisiones médicas deben ser en beneficio de los pacientes.Existe en la actualidad un impulso justificado para redefinir y vigorizar estos conceptos de profesionalismo médico en todo el mundo, (1). Existen notorios movimientos desde distintas direcciones con la intención de subordinar el accionar médico. Se ha creado una atmósfera de intromisión creciente en las decisiones estrictamente profesionales. Algunas organizaciones comerciales, compañías de seguros, empresas médicas, la industria farmacéutica y el mismo gobierno entre otras corporaciones con intereses que responden a otros objetivos, tratan de influir e inmiscuirse en la relación médico-paciente. Se busca modificar su devenir tratando de obtener beneficios egoístas. Se ha creado además una notoria aureola de premios y castigos para favorecer las deflexiones al profesionalismo médico.
Debemos aceptar que los ideales éticos de todos estos grupos son diferentes a los principios del profesionalismo médico. Están moralmente aceptados por la sociedad como inherentes a la actividad específica de cada uno. Son códigos diferentes. Las empresas comerciales tienen el objetivo claro de lucro que debe jugar dentro de los márgenes que fija una ley justa y expedita. Los gobernantes deben moralmente obrar para beneficio de la comunidad toda que los ha elegido y no mantener su poder hegemónico en beneficio de grupos de poder o intereses espurios. Las organizaciones hospitalarias deben idealmente multiplicar la escasez de sus recursos para asegurar una asistencia racional comunitaria. La industria farmacéutica conjuga actividades comerciales y de investigación con un equilibrio que debe ser beneficioso para la humanidad. Y así ocurre con muchos otros ejemplos de actividades ajenas a la Medicina que no es el caso señalar.
Los conflictos ocurren cuando una actividad se relaciona con otra en su quehacer diario, hecho inevitable, y mucho más aún cuando trata de entrometerse en la relación sagrada de médico-paciente tratando de torcer sus decisiones. Es bien sabido que el ideal elevado de la asistencia profesional es beneficiar primordialmente a los pacientes y está en los médicos individualmente la conducta de mantener alto ese estandarte. Se acepta en todas las sociedades avanzadas como principio ineludible que los negocios no deben regir la medicina, así como los gobiernos no deben emprender actividades comerciales, los militares no pueden ejercer actividad gubernamental, el clero no puede apartarse de su función espiritual y social, y los médicos no pueden tener una finalidad de lucro.
Para vigorizar y defender este concepto de profesionalismo médico debemos primero conocer su esencia fundamental. Está basado primero en la confianza de los enfermos que eligen a quien puede ejercer, por sus características personales, por su conocimiento científico, por su dedicación profesional, por sus valores humanísticos y finalmente por su capacidad de comunicación, el papel central de médico tratante o de cabecera.
La segunda condición es el centro mismo del contrato moral con los pacientes. Su asistencia y cuidado son primordiales y están por encima de todas las decisiones y actividades médicas. El enfermo es la figura central del quehacer profesional. Los beneficios no pueden responder a una organización comercial, a una empresa de seguros, a una oficina gubernamental y ni siquiera a una organización hospitalaria ni a un colega. Está en cada uno de los profesionales actuantes defender este principio con las armas éticas basadas en la verdad de los hechos, los valores básicos y el sentido común, siempre respetando la autonomía de decisión de los pacientes.
Existe una condición importante agregada a las anteriores y que está supeditada al concepto de justicia social. Además de la dedicación al enfermo individual la misión profesional médica imprime en su práctica deberes y responsabilidades con todos los miembros de la sociedad sin poder excluirnos de esta circunstancia en modo alguno.
¿Cómo defender estos principios fundamentales que no son otros que los que benefician a los enfermos frente a un mundo dinámico, conflictivo y cambiante, muchas gobernado por intereses mezquinos?.
La primera muralla de contención deben ser las organizaciones profesionales que tienen por misión marcar claramente los principios y objetivos del profesionalismo en sus documentos y en su accionar diario.
Sin embargo, la tarea más importante cae sobre la responsabilidad de cada médico individualmente en su quehacer continuo manteniendo alta su vocación de altruismo médico y de tratar de beneficiar en todas sus decisiones y actitudes a los pacientes. Por último queda el rol educacional de las universidades que deben elegir como candidatos a sucedemos no sólo a aquellos estudiantes más capacitados sino además y principalmente a aquellos con dotes humanísticas para abrazar una profesión muy diferente a las demás. Esta selección inicial debe ser continuada con una educación donde germinen y crezcan esas condiciones humanísticas esenciales para la asistencia médica del prójimo.
Existe un documento fundamental sobre el profesionalismo médico en el nuevo milenio que ha sido redactado con la colaboración de las más importantes asociaciones profesionales y se explaya sobre todos estos puntos analizados más arriba. Su lectura e implementación han pasado a ser una obligación profesional del momento presente siendo una guía útil en momentos de incertidumbre.(2).
1- Murray J, MACP, Convocation Ceremony, Am Coll Phy Meeting, Filadelfia, Abril/2006.
2- Medical Professionalism in the New Millennium: A Physician Charter Ann Intern Med, Feb 2002; 136: 243 246).