De como fue creado la institución emblema de la ciudad de Rosario
Es difícil imaginárselo. Aun viendo algunas fotos de la época, es difícil. Le ponen a una bajo los ojos esos cuadros de una ciudad desconocida y los epígrafes dicen cosas como “Córdoba y Oroño” o “calle San Lorenzo centro del comercio”, o “Panorama de la plaza 25 de Mayo”, y lo que una hace es superponer a esas imágenes los escenarios de hoy y decir con una sonrisa “No puede ser”.

Y sí, puede ser. Cien años han pasado de una imagen a la otra y hay que ver que en la escena general de la historia cien años no es nada: el movimiento de una mano, un pestañeo, una hoja que cae. Hace cien años aparecían en el cielo de la ciudad los primeros aviones (aeroplanos se los llamaba) y el cometa Halley casi vuelve loca a media humanidad. En Rosario cometas y aeroplanos pasaban a segundo plano porque se preparaban los festejos por el centenario de la revolución de mayo y el primer gobierno patrio. No se vivía un clima muy tranquilo ni muy propicio para los proyectos o las utopías, pero así y todo había gente que se dedicaba con fervor a pensar cuál era la tarea urgente del momento para que el futuro trajera beneficios y solidez en el trabajo de la ciencia. Esa gente imaginaba un mundo distinto y hacía lo posible para fundar en aquel presente ese futuro que hoy es presente para nosotros.

Había en Rosario casi doscientos mil habitantes (censo de 1910). Si bien es cierto que la desigualdad económica y social era alarmante (la cuarta parte de la población era pobre y vivía en los conventillos), la ciudad contaba con personas que soñaban y actuaban en busca de otro escenario, otra realidad, otro mundo. Y fue así como en ese año del centenario se crearon nada menos que la Biblioteca Argentina y el Hospital del Centenario.

Y también en ese año de inquietudes y de realizaciones un grupo de médicos se pregunta por su misión y su responsabilidad como profesionales y como ciudadanos de esta población, la Honesta y Fiel Villa de Nuestra Señora del Rosario, nacida pobrecita, sin ceremonias de fundación, pero con una vida promisoria por delante. ¿Por qué no agruparse bajo la enunciación y la puesta en práctica de algunas ideas que todos compartían?

De la pregunta surgió esa asociación llamada en su momento Centro Médico. A la cabeza de todos los agrupados en el proyecto estaba el doctor Pedro Castro que fue el primer presidente.

Esos hombres de ciencia no tenían nada. Nada concreto bajo las manos para empezar a actuar en lo que creían posible y necesario. No tenían más que una idea, un deseo, una determinación, y hay que ver que con esas armas se puede conquistar muchos territorios si se las sabe usar.

Por ejemplo: no tenían sede. ¿Adónde reunirse? La primera reunión, ésa en la que se acordó la fundación del Centro, tuvo lugar en el primer piso del Jockey Club, Santa Fe casi Corrientes el 14 de septiembre de 1910. Allí se encargó a los doctores Juan M. Quijano, Desidiario Anastasio y Francisco Florentino la redacción de los estatutos que se aprobaron el 26 de ese mes; allí se le dio a la agrupación el nombre definitivo de Círculo Médico de Rosario, allí se integró la primera Comisión Directiva con Pedro Castro como presidente, Edmundo Escobar como vice-presidente, Dionisio Solari como secretario general, Francisco Florentino como secreta-rio de actas, Ramón Borghi como tesorero, C. Cherubini como vocal, Manuel Pigneto como protesorero y Francisco Pérez como vocal.

Y el 24 de ese mismo septiembre se adquirió un sello de goma que decía Círculo Médico del Rosario, alrededor de la silueta de un busto de Hipócrates.

¿Dónde se reunían después? Para empezar en la casa del presidente Castro. En octubre ya en una casa que se alquiló a ciento cincuenta pesos por mes en Corrientes 829. Allí se contrató como cuidador y cobrador al señor Leonardo Paredes con un sueldo de diez pesos por mes. ¡Y se compraron muebles, escritorios, mesas y sillas para la nueva sede!

No es cuestión de entrar en detalles nimios o banales, pero digo todo esto para que se compare aquel principio con esta realidad. Para dar lugar al asombro.

Más tarde las reuniones empezaron a hacerse en la Biblioteca Argentina, proyecto del doctor Juan Álvarez cuya piedra basal se había puesto en un terreno frente a la plaza Pringles, sobre la cortada que entonces se llamaba Centeno y que hoy con toda justicia se llama Juan Álvarez. Ahí está todavía, por suerte para los rosarinos.

Pero las reuniones de los médicos alteraban la rutina de la biblioteca por lo que hubo un nuevo traslado: primer piso del edificio de la calle Córdoba 1036.

A todo esto, ¿qué querían estos señores? ¿Pensaban en sí mismos? ¿En la ciencia médica? ¿En la ciudad de Rosario? Es de suponer que algo había de todo eso pero que la preocupación principal residía en dar a los médicos de la ciudad un ámbito, un lugar, un refugio, casi un hogar al que acudir para, como se planteó desde el principio:

1) contribuir al progreso de la medicina celebrando al efecto reuniones científicas, fundando una revista, creando una biblioteca y promoviendo la educación médica continuada;

2) fomentar la solidaridad del cuerpo médico rosarino y propender a mantener siempre elevado el prestigio profesional;

3) propender al establecimiento de relaciones científicas con las asociaciones y sociedades similares del país y del extranjero.

Y así fue. En estos cien años el Círculo Médico ha desarrollado una tarea intensa, profunda y continuada a lo largo de la cual siempre se ha ido cumpliendo con los principios que se enunciaron al fundarlo. Hay que decir que no se trata de una institución cerrada o selectiva sino que por el contrario se estimula la colaboración, la agrupación, la solidaridad entre los médicos y los no médicos adscriptos a las actividades que tengan que ver con la salud. Libre y voluntariamente aquéllas y aquéllos que quieran acercarse al Círculo tienen las puertas abiertas para su incorporación.

Seis años después de su fundación ya con-taba el Círculo con ochenta socios y una nueva mudanza, esta vez a la calle Rioja 1762. Se construyó después un edificio ad hoc para alojar las reuniones y cualquier otro tipo de actividad, en Italia 663, durante el período 1923-24. Con el andar del tiempo el edificio resultó insuficiente pues los socios y todo lo que se hacía en el Círculo parecían crecer y animarse a medida que se planificaban y se llevaban a cabo nuevas reuniones y afiliaciones. De modo que durante la presidencia del doctor Justo López Bonilla (1958-59) se adquirió la “casa Vignoles” en la calle Santa Fe 1798, lugar en el que también sigue estando, como la Biblioteca Argentina, como el Hospital del Centenario. El Círculo Médico cuenta hoy con salones de conferencias, auditorio, biblioteca y todas las comodidades para albergar a una institución en la que se desarrolla una actividad intensa y sin descanso.

Actualmente y si pasamos injustamente por alto la Revista Médica, las afiliaciones de las diversas agrupaciones de especialidades médicas y el detalle de las actuaciones, pue-de decirse que el sueño de aquellos hombres del centenario se ha concretado y sigue desarrollándose, cambiando, adaptándose a los tiempos y dando a los profesionales un lugar excepcional en el que encontrar el eco de sus inquietudes, o una actualización de sus especialidades, o el trabajo elocuente de quienes han sabido dirigirlo y hacerlo representar un hito en la vida de los médicos de la ciudad y su zona de influencia.

Entre quienes fueron presidentes del Círculo Médico se puede nombrar a Roberto Siquot, a Juan Carlos Recalde Cuestas, a David Staffieri, a Luis González Sabathie, a Enrique Roncoroni, a Rafael Pineda, y con ello se da una idea del nivel privilegiado que ha tenido la actividad de la institución, aunque queden sin nombrar tantos otros que fueron de la misma importancia y que dejaron su huella en la historia del Círculo.

La institución tiene asimismo una comisión de cultura que ha organizado ciclos de conferencias sobre temas importantes y del interés no sólo de los profesionales sino del público en general. Por ejemplo: desde que en el año 2001 comenzara esta actividad cultural con una conferencia de María Esther de Miguel sobre La gestación de un libro hasta la actualidad, ha habido ciclos sobre El Dolor, El Tiempo, El Género y el Sexo, Vidas paralelas, etc. Se han hecho exposiciones, se ha recordado los ochocientos años de la muerte de Maimónides, con la colaboración de la Universidad Maimónides de Buenos Aires, y se han tocado en diversas oportunidades temas que interesan a toda clase de públicos, desde la filosofía hasta la cocina.

Este breve resumen de la historia del Círculo Médico tiene el mérito de traer a la memoria la trayectoria de una asociación fundada por profesionales para ofrecerla a través de la actividad de sus miembros a toda la población, que puede asimismo abrir un panorama cultural variado en manos de quienes se han dedicado a las artes, a las letras, a la música y al cine. La conclusión es que Rosario alberga un centro difusor de conocimientos y prácticas que aporta una cuota fundamental para el continuo crecimiento de esta ciudad que todos amamos.

por Angélica Gorodischer