Vermeer, Van Leeuwenhoek y Spinoza.
Antony van Leeuwenhoek, el científico internacionalmente considerado como el padre de la microscopía moderna, ha sido asociado en los últimos años con el pintor Johannes Vermeer. ¿Que pueden tener en común un microscopista y un pintor? Las coincidencias son evidentes: no sólo ambos nacieron en el mes de octubre de 1632 en Delft y vivieron en la misma ciudad durante el Siglo de Oro Holandés, sino que ambos, aunque desde distintos puntos de vista, compartieron el interés por las lentes, los instrumentos ópticos y la observación de la naturaleza. Leeuwenhoek fue el primero en describir e ilustrar el microcosmos a escala nanométrica y la existencia de vida a nivel celular, mientras Vermeer planteó en su pintura una nueva forma de observar el mundo e interpretarlo en la pintura: a través de una ventana enmarcada por los límites de la imagen proyectada por una cámara oscura.


Más allá del los indiscutibles logros de estos dos holandeses irrepetibles, no hay ninguna prueba que avale que Antony van Leeuwenhoek y Vermeer se hayan conocido. Muchos hechos que parecen estar relacionados, simplemente ocurren simultáneamente sin la intervención humana. Muchas veces se olvida que la investigación científica, mucho antes del renacimiento europeo, pasó inevitablemente por el estudio de los fenómenos luminosos y perfeccionamiento de la percepción visual en todos los sentidos. Los conocimientos de perspectiva, de óptica, de fisiología de la visión y otras disciplinas relacionadas con la naturaleza de luz, fueron cultivadas por muchos investigadores en todo el mundo, de los cuales la historia oficial occidental solo recoge a unos pocos. De alguna forma, todos esos esfuerzos en conjunto permitieron el desarrollo de instrumentos ópticos como el telescopio, el microscopio, el teodolito, etc. y más tarde de tecnologías capaces de interactuar con el universo invisible de las ondas electromagnéticas.

Antony Van Leeuwenhoek - Jan Verkolje.


Todo esto trastocó de tal forma la percepción de la realidad y del universo que cuestionó los cimientos de las convicciones religiosas y filosóficas imperantes en el medioevo europeo. Poco a poco este espítiru reformista derivó en la violenta confrontación entre Protestantes y Católicos que rediseñó sus áreas de influencia política y económica. En este contexto histórico de renovación, la
pequeña localidad de Delft, en los Paises Bajos, fue el escenario compartido por muchos hombres y mujeres singulares, un número de personajes geniales e innovadores, muchos de ellos olvidados, que nunca supieron que estaban
sentando las bases de lo que sería, hasta el día de hoy, la moderna perceción del mundo y de su naturaleza.


Baruch Spinoza uno de los tres grandes racionalistas de la filosofía del siglo XVII [junto a Descartes y Leibniz] también vivió en Delft una temporada. Nacido en Amsterdam en noviembre de 1632, pocos días después de Leeuwenhoek y
Vermeer, era descendiente de una familia de origen sefardí huídos de España y Portugal. Dicen que Spinoza, expulsado de Amsterdam por la propia comunidad judía dominante en esa ciudad, se ganó la vida puliendo lentes en los tiempos  difíciles.


Aunque no haya ninguna constancia de que van Leeuwenhoek, Vermeer o Spinoza hayan entablado una relación amistosa o profesional, es muy posible que la secreta historia de Delft haya entrecruzado sus destinos y los haya reunido en alguna bulliciosa cervecería, en un paseo por las orillas del río o en la penumbra silenciosa de una habitación, en los mismos escenarios que pintó Vermeer y que aún nos trasladan en el tiempo a esos escenarios habitados por las personas que cambiaron el mundo para siempre.
El geógrafo- Johann Vermeer


Vermeer y Anthonie van Leeuwenhoek [*]


En la composición de El geógrafo, Vermeer fue probablemente asesorado por alguien familiarizado con la geografía y la navegación, como lo demuestra la sofisticada descripción de los instrumentos científicos. Además, ninguno de estos caros instrumentos son mencionados en el inventario de bienes muebles tras la muerte del artista. En Delft, Anthony van Leeuwenhoek no sólo era bien conocido por sus descubrimientos como microscopista, sino también como experto en navegación, astronomía, matemáticas, filosofía y ciencias naturales.


El astrónomo - Johann Vermeer.


Nació en Delft en 1632 el mismo año que Vermeer. Algunos investigadores creen que fue Van Leeuwenhoek quien posa tanto para el geógrafo como para el astrónomo y tal vez, también fue él quien se los encargó. Un retrato de otro pintor de Delf, Jan Verkolje, muestra al científico cuando tenía 54 años de edad, unos 18 años después de la realización de las pinturas de Vermeer. Independientemente de si el arecido con el científico de pelo largo de la pintura de Vermeer, todas estas suposiciones son porque no hay prueba de ello.


La prenda de vestir que lucen los modelos en los retratos de ambos pintores es una bata japonesa de importación que estaban muy de moda a mediados del siglo XVII en Holanda. En aquellos días, los keizersrokken o kimonos imperiales, eran preciados obsequios honoríficos, entregados en grupos de treinta o más, a los comerciantes holandeses que hubiesen superado la prueba de su visita anual a la corte imperial de Edo [Tokio]. Esta visita era la única estancia permitida en territorio japonés, el resto del tiempo estaban confinados en la isla Deshima, durante la duración de su estancia en Japón. Así, estos trajes, también llamados japons, nunca fueron comercializados ni en Japón ni en Holanda. Su valor honorífico los hizo ideales para su uso en interiores por parte de los eruditos, aficionados, científicos, caballeros e incluso alcaldes. Sólo a mediados del siglo XVIII se confeccionaron en serie en Europa, desde que se pudo importar seda desde la India y China. De este modo, Vermeer, cuando utiliza un japons para su geógrafo es conciente que se trata de una prenda exclusiva, poco conocida, ya que no estaba en venta. 

Vermeer y Spinoza


Debido a su actitud política y religiosa relativamente tolerante, los Países Bajos se habían convertido en un imán para algunos de los grandes pensadores del siglo, como John Locke y Baruch Spinoza. La suya fue una época de oservación y descubrimientos científicos en el que la fe religiosa ya no era suficiente orientación para todos los hombres. Instrumentos ópticos, como el telescopio, el microscopio y la cámara oscura [Vermeer ciertamente conocía ésta última] se habían convertido en medios que permiten escudriñar la "anatomía del universo" y la visión en sí misma se había convertido en un tema de intensa especulación filosófica.
El filósofo Baruch Spinoza.


En los últimos años, diversos autores han tratado de vincular el arte calculado de Vermeer y sus preocupaciones por la óptica, con estas corrientes intelectuales revolucionarias. En consecuencia, el artista habría empleado la cámara oscura no sólo como un medio mecánico para la transcripción de las apariencias externas, sino por sus implicaciones filosóficas. El historiador Robert Huerta asciende al artista de Delft al papel de filósofo natural (filosofía natural era un término que se aplicaba al estudio de la naturaleza y el universo físico que fue dominante antes del desarrollo de la ciencia moderna).


Vermeer y Spinoza tenían algunas cosas en común. Spinoza nació el mismo año que el artista, 1632, y murió en 1677, dos años después de Vermeer. La casa Tydeman de Spinoza, a sólo una hora y veinte minutos a pie, quedaba a unos 4 kilómetros de distanciad de la casa de Vermeer en Delft. No hay ninguna prueba de que Vermeer conociera a Spinoza, o de si las ideas de Spinoza se discutían en Delft, pero en la época en que los libros eran todavía productos de lujo, cinco folios y veinticinco libros variados inventariados en la herencia del artista dan testimonio de que no era un hombre inculto. Que Vermeer haya participado en los debates científicos y filosóficos de la época sigue siendo incierto, pero dejó dos importantes imágenes que al menos demuestran su admiración por los científicos de su época, El astrónomo y El geógrafo pintados entre 1668 y 1669.


Spinoza tenía una sólida comprensión de las teorías ópticas y de la física de la luz vigentes en ese momento y era lo suficientemente competente como para participar con sus interlocutores en los puntos más delicados del sofisticado debate de las matemáticas de la refracción de la luz. Sabemos que Antonie van Leeuwenhoek, el distinguido científico microscopista y fabricante de lentes, casi con toda seguridad sabía de Vermeer, ya que ambos vivían en Delft. Es de suponer que Van Leeuwenhoek era consciente de la reputación de Spinoza, ya sea por su trabajo con las lentes o de las herejías del libre pensamiento, que cayeron bajo el fuego a finales de 1660.


Algunos autores han asociado la alabanza de la vida contemplativa e intelectual de Spinoza, como el más alto de los logros del hombre, con los personajes que aparecen en las pinturas de Vermeer, muchos de los cuales se muestran absortas en la contemplación o involucradas en actividades intelectuales. Desde un punto de vista formal las composiciones de Vermeer poseen una atmósfera de equilibrio poco frecuente, como si cada elemento hubiese sido examinado y ordenado exactamente dentro del perímetro de la composición de acuerdo con algún plan desconocido. Como escribió un autor , las pensadas composiciones de Vermeer representan una actividad mental independiente de sus figuras. Su inclinación por las formas geométricas han sido indirectamente relacionadas con el subtítulo de la Ética de Spinoza, ordine geometrico demonstrate (demostrada según el orden geométrico)