por Hilda Habichayn
El Género es una categoría de análisis, siendo una de sus características principales el hecho de que alude a una interrelación, es decir, es una categoría relacional. Cuando analizamos la condición genérica estamos considerando a las mujeres en su relación con los varones, a las mujeres en su relación con otras mujeres, y a los varones con otros varones.

El Género es una construcción socio-cultural que se edifica sobre la diferenciación anátomo-fisiológica que está evidenciada por la dotación genital con la que se nace.

Entre las múltiples características que cada sociedad adscribe al hecho de tener genitales de varón o de mujer, se encuentran las futuras actividades que estos recién nacidos van a desarrollar.

Nuestra sociedad ha establecido dos géneros perfectamente diferenciados y ha determinado cuáles serán las actividades propias de cada género. Lo que se evade de ese modelo es considerado anormal, desviado, patológico, según las épocas.

En nuestra cultura, a partir de la diferente participación en la función reproductiva, se distribuyó el resto de las actividades que cada género tiene asignadas socialmente. Así, como una de las partes tiene la función de dar a luz, a partir de este hecho se le asignaron las otras actividades que tienen que ver con el cuidado de la vida, la atención de los enfermos, la preparación de los alimentos; en una palabra, se le destinaron como específicas, exclusivas, excluyentes, actividades que podrían haber sido compartidas. En síntesis, partiendo de la reproducción biológica esta sociedad asignó de manera exclusiva la reproducción social para las mujeres, para el género femenino y la producción para los varones, para el género masculino.

Todas las actividades vinculadas con la reproducción social tuvieron una ubicación más baja en la escala evaluativa. Las otras tareas, las actividades relacionadas con la producción fueron evaluadas como más importantes, más jerarquizadas; en una palabra, se las consideró trabajo, a las otras, no.

Estas actividades domésticas están tan desvalorizadas que nadie las quiere compartir dentro del seno de una familia. La democratización de la vida doméstica es tan difícil como lo es la de la vida pública.

Ciertas profesiones se ven como propias de un género de manera excluyente; y se vuelven prohibidas para el otro. En nuestro país hemos visto la batalla librada por los varones que querían ser obstetras, no decimos médicos-obstetras, sino obstetras.

Por otro lado, lo que se desjerarquiza termina siendo discriminado. A causa de la generización se produce una doble discriminación de las actividades: se discrimina a quien quiera desempeñar una actividad que por su sexo no le corresponde; además, se discrimina a quien desempeña una actividad desjerarquizada.

También encontramos la autodiscriminación. Esto último acontece porque llevamos dentro nuestro las pautas sociales. En el caso de las mujeres, considero que las normas y pautas sociales que nos constriñen a actividades, roles, funciones exclusivas y excluyentes, funcionan como verdaderos ~Caballos de Troya~ que llevamos dentro nuestro, introyectados fuertemente y que se ~abren~ en los momentos más inoportunos, operando de manera muy eficaz y castradora.

Las mujeres han estado recluidas en el espacio doméstico y los varones destinados al mundo público. Y esto ha ocasionado lo que se denominó la "doble jornada"; o mejor aún, como le llama Marcela Lagarde, la "doble vida", pues la persona que se encuentra en esta situación debe realmente desdoblarse de manera casi esquizofrenizante; los códigos válidos en un ámbito no le sirven en el otro, las normas y pautas no son intercambiables, y hasta la vestimenta y el aspecto en general varían fundamentalmente.
Sintetizando:
1º las tareas domésticas son consideradas indignas e impropias de los varones;
2º se considera que las mujeres son las indicadas naturalmente para desempeñar estas actividades;
3º y por una especie de ecuación: tareas subvaloradas apersonas a cargo subvaloradas.
4º continúa habiendo profesiones permitidas y otras prohibidas en forma diferencial para mujeres y para varones;
5º estamos convencidas que no habrá cambios substanciales en la vida pública si no los hay en el ámbito doméstico y viceversa.