Crónica de viaje por el territorio español. Un viaje por la historia de Castilla-La Mancha. Por Roberto Ítalo Tozzini.


Segovia


Segovia es hoy una ciudad pequeña, de unos 60.000 habitantes, que vive del turismo y la gastronomía, pero como otras ciudades castellanas, ostenta importantes blasones que enriquecieron  sus distintos momentos en la historia.


En sus orígenes, fue una importante plaza militar de los romanos, motivo de la construcción del gran acueducto que aún perdura. Después de la reconquista, aquí fijó su residencia Alfonso X, el sabio, igual  que Enrique IV y a su muerte, fue coronada en Segovia, Isabel, hermana de Enrique, reina de Castilla, con fuerte impacto en la historia de toda España.


La visitamos en 1994, atravesando la sierra de Guadarrama por un túnel que acortaba los tiempos de viaje  y nos evitaba una importante trepada a la montaña.

Ruta de Segovia a San Rafael (1994)



A menos de 1 hora de salir del hotel, la imagen imponente de la ciudad con su gran catedral surgía en la distancia. En realidad, lo primero que resalta, montada en el peñón y a  unos 1000 m de altura, es la figura de su catedral, enorme y atractiva, que parece elevarse sobre el caserío de bajas construcciones que la rodean. Ya más cerca, se distinguen las gruesas murallas que la encierran. La cúpula y el campanario se diferencian con claridad a la distancia, así como una serie de agujas que desde el techo, se elevan al cielo. Algo más separada, se yergue la torre del monasterio.

Ciudad Vieja, Segovia (1994)
Ciudad Vieja, una cara de la Catedral, Segovia (1994)
Ciudad Vieja, vista de la Catedral, Segovia (1994)
Catedral de Segovia (1994)




Tras una serie de vueltas en el ascenso, llegamos a la plaza Mayor y estacionamos el auto, para iniciar la visita del casco antiguo. Allí en la plaza,  junto al Ayuntamiento y un Teatro, está la mole de la Iglesia, de estilo gótico tardío, aunque se terminó en pleno Renacimiento (siglo XVI). El interior es amplio y luminoso y las columnas se continúan en el techo con las clásicas nervaduras  del estilo gótico. Las capillas laterales se cierran con rejas bellamente trabajadas  y el retablo muestra detalles de gran calidad. Adjunto, se visitan los claustros que pertenecieron a la Iglesia original que se levantaba junto al Alcázar, pero que fue destruida en una revuelta popular (de los comuneros) y luego traslada en bloques y reconstruida en su emplazamiento actual.

Plaza Mayor, Ayuntamiento, Segovia (1994)
Patio interior del convento en la Catedral de Segovia, claustros (1994)



Caminando por las callejuelas estrechas, llegamos a otro lugar atractivo, la Plaza San Martín, que se extiende en distintos niveles unidos por escalinatas y exhibe en su centro la estatua de Juan Bravo, uno de los rebeldes ejecutados en la rebelión mencionada. Sobre la plaza se lucen los frentes platerescos de mansiones que pertenecieron a nobles o adinerados del lugar y también resalta la bella imagen gótica de la iglesia de San Martin.

Plaza de la Iglesia de San Martín, estatua de Juan Bravo (1994)
Plaza de San Martín e iglesia (1994)
Ciudad Vieja y calles, Segovia (1994)

 

Iglesia de San Martín, Segovia (1994)


Un poco más lejos se divisa el castillo edificado sobre la roca granítica para defensa del lugar. Su frente de piedra blanca y sus torres aguzadas de color pizarra impacta por la pureza de sus líneas. Tras el parque, está el Alcazar, imponente y fortificado, en el borde mismo del precipicio que cae casi a plomo en uno de sus lados. Edificado en el siglo XIII y agrandado en los siglos siguientes, muestra su perfil austero, y su estilo gótico, característico del Medioevo. Desde este nido de águilas, subido a la torre, las vistas del valle y la sierra vecina son magníficas.


Casa del conde de Alpuente, Segovia (1994)

 

Jardín del alcázar, Segovia (1994)

 

Alcázar, Segovia (1994)

 

Alcázar, vista lateral, Segovia (1994)

 

Alcázar, vista de detalles (1994)

 

Torres del alcázar (1994)




El interior del castillo es igualmente sobrio. Amplios salones bien decorados, algunos tapices, escudos y armas de la época, sólidos muebles y estufas enormes. Lo necesario para una buena vida de soldado de tiempos que no volverán. Son estructuras para el recuerdo, un girón de la historia.


La población que se extiende al pie del gran peñón amurallado, ha ido creciendo y modernizándose. Del pasado, sólo permanece su atracción principal: el increíble Acueducto Romano todavía en servicio que eleva su perfil airoso y elegante hasta los 28 metros (un edificio moderno de casi 10 pisos) y se extiende por 800 metros, llevando agua desde el río Acebada en la sierra Fuenfría hasta la parte alta de la ciudad. Está compuesto por dos pisos de arcos que parecen ligeros, casi frágiles, pero que se mantienen en pie y funcionando por más de 20 siglos. Simplemente, es una obra extraordinaria de la ingeniería antigua.


Pero Segovia no es en la actualidad sólo Iglesias y monumentos. Al turismo también le atrae su famosa gastronomía, que incluye especialmente sus tiernos y sabrosos cochinillos de los buenos restaurantes. A nosotros unos colegas nos recomendaron almorzar en lo de José María y por cierto resultó una fiesta para el paladar.  Vale recomendarlo.


Valle de los Caídos

Valle de Segovia, en la ruta hacia San Rafael y caserío (1994)



En nuestra primera excursión por los alrededores de Madrid, nos dirigimos al norte, hacia las cumbres del Guadarrama, en uno de cuyos valles (el de Cuelgamuros) y en medio de un grandioso escenario natural, se encuentra el más grande monumento funerario construido por los españoles. Se trata del Valle de los Caídos, levantado entre 1940 y 1958 para conmemorar esa interminable legión de muertos que dejó la sangrienta guerra civil. El lugar es desolado, imponente y árido, quizás como la muerte misma, combinando rocas de granito viejas con pinares nuevos y el trasfondo solemne de la sierra desnuda. Allí, en el lugar más alto del monumento, se ha erigido una gigantesca cruz, la más grande que he visto, y debajo, en la montaña, se ha escavado la basílica. Apenas uno entra al valle, a muchos km. de distancia, se divisa la inmensa cruz funeraria. En el portal de la iglesia, se destaca una Piedad, esculpida en granito. Al interior se accede luego de trasponer grandes puertas de bronce labradas con motivos alegóricos. Luego viene una bella reja de hierro forjado y uno accede a un espacio grande e imponente que corresponde a la nave principal de la basílica. Sus dimensiones superan a lo esperado y parece destinada a una generación de gigantes: 262 metros de longitud con una bóveda que alcanza los 145 metros. La cúpula sobre el crucero, que tiene 42 metros de diámetro, está embellecida por vistosos mosaicos y un gran Cristo crucificado tallado en madera policromada, preside el altar, en cuya base está enterrado José Antonio y por detrás, años mas tarde, se enterró al general Francisco Franco. Más lejos, en un enorme osario, descansan soldados y civiles de los dos bandos, caídos durante la cruenta guerra civil y entremezclados. Según referencias, yacen allí los restos de 33.847 personas, algunos extraídos de cementerios locales, sin autorización de las familias y trasladados al osario. El trabajo de horadar la montaña a golpe de pico, martillo y pala, fue realizado en parte por prisioneros republicanos  además de obreros contratados, bajo la dirección del arquitecto general de la obra, Pedro Muguruza. Imágenes de alabastro y bonitos tapices decoran las entradas de las seis Capillas laterales.

La Cruz del Valle de los Caidos a la distancia (1994)



Pero sin duda es la Cruz el elemento dominante de este conjunto apoteótico. Obra del arquitecto Diego Mendez, se eleva a 150 metros del suelo con una  rama horizontal , de casi 50 metros. Descansa sobre un gran pedestal de granito sobre cuyo zócalo se han colocado estatuas gigantes de los Evangelistas y las virtudes cardinales.

Llegando a la Basílica del Valle de Los Caídos, la Gran Cruz (1994)




Relativamente cerca, y siempre recostado sobre la sierra del Guadarrama, se ha edificado un monasterio cuyos monges ofician de cuidadores  del lugar.


No requiere una gran intuición política para suponer que la situación creada resultaba una hermosa bomba de tiempo. En aras de no alterar la pacificación lograda, desde 1958, fecha en que Franco inauguró el monumento, hasta el último gobierno socialista de España, presidido por Sánchez luego de la primer década del siglo XXI, sólo hubo manifestaciones antifranquistas y profranquistas respecto a la validez moral de tal monumento. Pero hoy día este conjunto conmemorativo, se ha eregido en el centro de una importante confrontación política que concluyó con una acordada de la Corte Suprema de Justicia, reconociendo el derecho del ejecutivo de remover el féretro del dictador y trasladarlo a un cementerio particular que acepte la familia. En octubre del 2019, se extrajo el cajón con los restos mortuorios y se los llevó al cementerio del Pardo adyacente al Palacio preferido por el dictador. A la vista queda sólo la tumba de José Antonio Primo Rivera, fundador de la Falange, pensando el gobierno, identificar los restos del osario común y devolverlos a los familiares que los requieran. Es una tarea enorme, pero al parecer, existe la voluntad de realizarla y con respecto al monumento en sí, algunas voces han propuesto dinamitarlo y que desaparezca para siempre pero parece prevalecer una forma preservadora de homenaje apolítico de tantos muertos en una guerra fratricida teñida con fuertes intereses internacionales de derecha e izquierda. Para el visitante la obra que tiene una fuerza extraordinaria, refleja un tiempo histórico tremendo y parece un desatino destruirla.


El Escorial


Al pié del monte Abantos, el Rey Felipe II, mandó construir este Palacio-Monasterio entre los años 1563 y 1584, para conmemorar su victoria sobre los franceses en la batalla de San Quintín. Juan de Toledo y Juan de Herrera fueron los encargados de plasmar la obra, de líneas simples, como reacción a la exuberante decoración plateresca que predominaba hasta esa fecha. El enorme edificio se desarrolla sobre una planta en forma de parrilla , como símbolo del martirio sufrido por San Lorenzo y a quien está dedicado, constituyendo un amplio rectángulo de piedra gris de 206 por 161 metros con cuatro torres aguzadas en sus cuatro ángulos. El conjunto exterior es a la vez, austero y grandioso. Allí estuvimos en 1971 y 2004.

Vista lateral del Palacio El Escorial (1994)
Otra de las caras del Palacio de El Escorial (1994)


En su interior, se diferencian distintas construcciones: la basílica, los palacios, los panteones, las salas capitulares, la biblioteca, museos, etc, así como amplios patios.

La Basílica: presenta una planta en cruz griega con una gran cúpula que se levanta sobre el crucero.  Las bóvedas de las naves contiene bellas figuras pintadas por Lucas Jordán y el enorme retablo del altar es obra del propio Herrera empleando como decoración, columnas de jaspe, ónice y mármol rojo. A los lados del presbiterio se encuentran las estatuas de Carlos V y de Felipe II. Sobre el lado derecho se ve una puerta que comunicaba con la habitación – oratorio del mismo Felipe II desde donde y con frecuencia, él seguía la misa.


El Palacio: Felipe constituyó aquí su residencia, espartana por cierto, edificando un palacio que rodea el ábside del templo y el llamado patio de los Mascarones. Las habitaciones del Rey como las de su hija, la Infanta Isabel, son pequeñas salas con mosaicos decorados de muy simple aspecto, sin la ostentación propia de alcobas reales.. El dormitorio donde murió el Rey a los 71 años de edad, se abre directamente sobre el altar mayor de la Basílica,  de forma tal que Felipe, aún enfermo, podía seguir la misa desde su lecho.

Salones del Escorial (1994)



Los edificios del cuadrante noreste son más suntuosos, porque fueron ocupados por los Borbones, aunque estos prefirieron residir en la Granja, El Pardo o Aranjuez, mas en la línea con  su inclinación al lujo y al estilo recargado de decoración.

Los Panteones: Una escalera de jaspe y mármol, desciende al Panteón de los Reyes, situado por debajo de la Capilla mayor. Allí están enterrados todos los reyes de España desde Carlos I, con la excepción de Felipe V, Fernando VI y Amadeo de Saboya, que descansan en otros lugares. Los Reyes están en el costado izquierdo y la Reinas Coronadas, a la derecha. También se observa el Panteón de los Infantes  para los hijos de reyes que no accedieron al trono y la reinas sin descendencia. En todo este ámbito, la decoración es suntuosa y solemne.


Las salas capitulares son dos salas abovedadas, con techos decorados  y frescos de pintura religiosa española e italiana. Predominan pinturas de Velázquez y Tiziano, junto a  otros autores como Ribera, el Greco e integrantes de la Escuela Veneciana.


La biblioteca, situada en el 2º piso de los palacios, presenta una decoración magnífica con estanterías de madera dibujadas y talladas con preciosismo, que custodian mas de 40.000 volúmenes, todos colocados con el lomo hacia adentro. También hay vitrinas que guardan valiosos manuscritos árabes, de Santa Teresa, de Alfonso X, entre otros.


De los museos, el más importante es el de Pintura, con bellas obras de los principales artistas clásicos de Europa. Un lugar de honor, ocupa un magnífico lienzo del Greco, sobre el martirio de San Mauricio y la legión Tebana, que inicialmente fué encargado por Felipe II al pintor, para colocarlo en la basílica, pero fue luego rechazado por el Rey, por no encontrarlo de su agrado  y se lo trasladó al museo. También se puede ingresar al Museo de Arquitectura y a otros espacios, pero no alcanzamos a recorrerlos.


Como dije, visitamos esta magnífica estructura en 1971 y luego con nuestra nieta Alejandrina en el 2004.  Fueron excursiones en auto  realizadas desde Madrid que insumieron toda  la jornada pero este girón de España por sus características únicas, ubicación, tesoros culturales y valor histórico no puede obviarse para conocer los orígenes que fueron construyendo al ser castellano.


Toledo


Terminado el breve recorrido de 1971 por el Escorial y valle de los Caídos, regresamos  con facilidad al hotel de Madrid a disfrutar de los días que aún nos quedaban.


De allí, fuimos a Toledo por primera vez, a partir de la capital, ya rumbo al sur, hacia Lisboa para finalizar el viaje embarcándonos con el auto.


Mientras avanzábamos por la ruta colmada de vehículos, recordábamos algunos aspectos de la muy larga historia de la ciudad, llamada “imperial” con sus distintos momentos de grandeza, heroicidad y tragedia. Sus referencias se pierden en la época lejana del imperio Romano y ante su declinación, la plaza fue tomada por los vándalos, provenientes de Francia (las Galias) constituyendo la capital del reino Visigodo allá por el siglo VI. Posteriormente, como casi todo el territorio peninsular, cae Toledo en poder de los árabes, convirtiéndose en un reino de Taifas  hacia el año 1000. Reconquistada en 1085 por Alfonso VI, es proclamada capital del reino Castellano-Leonés y su designación de “imperial” proviene de Alfonso VII que allí se corona Emperador. La ciudad crece vertiginosamente durante los siglos siguientes, concentrando artistas, artesanos y un importante comercio, hasta que en el siglo XVI, Felipe II, decide trasladar la capital a Madrid, siguiendo para la ciudad toledana,  una etapa de progresiva decadencia. Durante la guerra civil española, se sucedieron episodios heroicos en el asalto del Alcázar, que han quedado registrados en la historia y el corazón de los españoles.


Mis pensamientos se interrumpieron ante la vista lejana de la ciudad. Es que Toledo se levanta sobre un erguido cerro granítico que cae en agudo barranco hacia las mansas aguas del Tajo. El perfil amurallado de Toledo es magnífico y las torres del Alcazar y sus iglesias se destacan a la distancia entre colinas verdes de olivares.  Pasado las murallas, por un laberinto de tortuosas calles, se van descubriendo monumentos y edificios de alto valor estético e histórico. Mucho hay que ver en la ciudad antigua, por lo que siguiendo un orden que hemos elaborado comenzamos el recorrido de unas horas por una de sus joyas principales: la Catedral.  Es de estilo gótico francés, aunque el perfil de su construcción fue evolucionando con las ideas de la época a lo largo del tiempo que tardó en completarse, desde el 1200 al 1493. Su planta es un rectángulo irregular, por las edificaciones añadidas luego, de la sacristía y el claustro. En su fachada principal se abre un triple portal con un bello altorrelieve que muestra la imposición de la casulla a San Idelfonso (ex obispo de Toledo). Es  la puerta del Perdón. En el frente también, se eleva a la izquierda una hermosa torre campanario y a la derecha una cúpula que fue diseñada por el hijo del Greco. Cuenta con dos puertas laterales, que se abren a la altura del crucero llamadas del Reloj, la de la izquierda  y Puerta de los Leones, la de la derecha, ambas con una rica decoración del gótico-flamígero. Sobre el costado izquierda de la catedral se apoyan los Claustros con la Capilla de San Blas y hacia el fondo, la Sacristía y el museo.

Catedral de Toledo
Catedral de Toledo




El interior asombra por su amplitud y riqueza, con la altura escalonada de las cinco naves que la conforman. Se destaca en el centro de su mitad posterior, el altar mayor, con un soberbio retablo con escenas de la vida de Jesús, de alerce policromado y tallas exquisitas. A un costado, está un hermoso sepulcro plateresco del cardenal Mendoza.  Por delante del crucero encontramos el coro cerrado por una  reja finamente trabajada. Allí se destaca una sillería extraordinaria en dos pisos, la inferior, de madera con tallas de la conquista de Granada realizado por Rodrigo Alemán y la superior de alabastro, donde trabajó el gran artista Alonso Berruguete. También se lucen dos grandes órganos y en el centro, la imagen de un águila con sus alas desplegadas.

Retablo del altar mayor, Catedral de Toledo
Imágenes y esculturas del interior de la Catedral de Toledo




Por detrás de la capilla mayor, en la Girola, se impone una gran obra barroca que contrasta con la relativa austeridad del gótico. Se trata del “Transparente” constituido por un recargado coro de ángeles y nubes que envuelven  una Santa Cena y la Virgen, realizado por el escultor Tomé. Para brindar suficiente luz a esta obra compleja, se resolvió abrir un orificio en la bóveda que facilite la entrada de los rayos del sol. En las capillas posteriores de la girola, se encuentran los sepulcros de prominentes figuras como la de San Idelfonso y en  la de Santiago está la tumba de un noble local y su familia. En la Sacristía con la bóveda pintada por Lucas Jordán, se expone una magnífica colección de cuadros del Greco. También se ven pinturas de Goya, Tiziano y Van Dyck. Desde la Sacristía, se ingresa al museo Catedralicio que reúne obras de Caravaggio, el Greco y Bellini entre otros.

Monasterio de San Juan de los Reyes, Toledo



En el Tesoro, situado en la base de la torre-campanario,  puede observarse una enorme custodia de plata y oro macizo, adornada con piedras preciosas, que pesa 180 kilos y mide 3 metros de altura. También se exhibe una bella custodia que perteneció a los reyes católicos, producida con oro que trajo de América, Cristóbal Colón. Los Claustros, a los que se accede desde la Catedral o por el exterior, mediante la puerta del Mollete, se destacan por la austeridad propia del gótico, aunque los muros están cubiertos con hermosas pinturas religiosas. Por fuera, rodeando la plaza, también nos encontramos con el Palacio Arzobispal y el Ayuntamiento.

Ayuntamiento de Toledo
Casco antiguo, Toledo


Saliendo de la zona de la Catedral, caminando por esas callecitas estrechas y sinuosas con grueso empedrado, nos dirigimos a una de las iglesias vecinas mas visitadas en Toledo, que es la de Santo Tomé, de agradable perfil por su torre mudéjar, pero donde la atracción no reside en su aspecto o su interior,  sino por cobijar la obra mas famosa de El Greco, que es el “Entierro del Conde de Orgaz”, pintado en 1586, para la misma iglesia. Realmente es una pintura magnífica que con Martha hemos contemplado largamente en dos ocasiones de las tres que estuvimos en Toledo, sentados en el banco que la enfrenta y que permite disfrutarla sin fatiga. Además en la vecindad, se encuentra la casa que el Greco habitó transformada hoy en un museo que recoge varios de sus numerosos lienzos. 

El Grecco, en Toledo (1994)
El entierro del conde de Orgaz - El Greco.


La sinagoga del Tránsito es la única que se conserva en la ciudad de las 10 que existían antes que los judíos fueran expulsados. Históricamente, Toledo fue la ciudad con más presencia hebrea en España. La información dice que en el siglo XII vivían más de 12.000 judíos, pero ya en 1355 ocurrió una matanza sangrienta y en el siglo XV (1492) los reyes católicos decretan su expulsión definitiva.


La Sinagoga es un sencillo edificio pero en su interior la decoración mudéjar resulta, simplemente extraordinaria. Otros motivos de decoración, en su techo y parte superior de las paredes, igualmente son muy bellos Luego de la expulsión, el recinto  se transformó en iglesia dependiente de la Orden de Calatrava. En los salones adjuntos al actual convento, se visita el Museo Sefardí. 


De la Sinagoga del Tránsito, siempre alejándonos de la Catedral y de su Plaza, pasamos por la Iglesia de Santa María La Blanca, construido originariamente como mezquita en el siglo XII, por lo que mantiene un interesante decorado Almohade. Una cuadra más y llegamos a otro lugar que nos interesa: el Monasterio Franciscano de San Juan de los Reyes: Se construyó después de la reconquista para celebrar la victoria de Isabel (luego reina de Castilla) sobre la Beltraneja. Con elementos góticos y renacentistas, ostenta en su portal norte un bello trabajo que muestra la imagen de San Juan evangelista, rodeado de santos. La iglesia adjunta, fue reconstruida luego de un incendio que la destruyó, y muestra en su interior una estatuaria excelente y una hermosa decoración. Según nos informa la historia, el Monasterio había sido elegido por los reyes católicos para preparar allí sus tumbas reales, pero luego de la reconquista de Granada, la idea cambió y allí fijaron su morada final que hoy puede visitarse.

Detalle en mosaico en Monasterio de Toledo

 

Cuadro de Van Gogh, Museo de Toledo (1994)


Aunque no fuimos, pues se encuentra en el otro extremo de la ciudad amurallada y todo el recorrido era a pie, se recomienda la visita del Museo de Santa Cruz, antiguo hospital de niños enfermos o abandonados, construido por el cardenal Pedro González. Es un edificio de hermosa fachada que guarda en su interior una importante colección de obras del Greco y de otros destacados pintores de los siglos XVI y XVII.


Para el final del recorrido, dejamos al Alcázar, que sí visitamos con interés y que se levanta imponente en unos de los ingresos de la ciudad. Tiene el bello perfil característico de estas fortalezas, construidas para la defensa del lugar y que en realidad durante las guerras, resultó inexpugnable. Fue inaugurado por Alfonso VI y como  primer gobernador, figura nada menos, que el Cid Campeador. Esta tradición de honor y valentía, quizás modeló el comportamiento heroico del coronel Moscardó, cuando, durante la guerra civil española del pasado siglo, prefirió que fusilaran a su hijo capturado en la batalla, que ceder a las exigencias republicanas y rendir el lugar. Hoy a la entrada del Alcazar, se levanta un monumento a los héroes de esa loca guerra (al menos estaba en el 1971) y puede visitarse el sótano donde se refugiaron los familiares de los militares que defendían bravamente el lugar que nunca pudo ser tomado.
Aparte de ver tantos lugares de Toledo que hacen a la historia y al arte local y de la nación, vale recorrer al azar la ciudad, perdiéndose por la red intrincada de sus calles para maravillarse con la vitalidad y artesanía que se respira en todas partes. Proliferan los negocios para todos los gustos, joyerías donde las perlas priman y objetos de los más variados que se fabrican con el famoso acero toledano enriquecido con hilos de oro y plata y con sus clásicos dibujos damasquinos. Creo inconcebible regresar de estos lugares sin algún recuerdo personal y para amigos y familiares.

Negocios en Toledo
Comercios en Toledo
Toledo
Barrio del Castillo, Toledo
Vista general de Toledo
Callecita de Toledo


Y nos vamos de este rincón de Castilla-La Mancha, al que volvimos en dos oportunidades, tan pleno de recuerdos históricos, devoción religiosa y arte. En este lugar donde el Greco logró una suerte de apoteosis, los reyes la hicieron su capital, el catolicismo exacerbado la pobló de iglesias magníficas y los sitiados del Alcazar mostraron sus principios y valor ante las peores circunstancias. Aquí, en la tierra árida donde el Quijote arremetía al galope de su Rocinante contra los gigantes de su locura, se  fue cocinando buena parte del ser castellano en capas superpuestas de amor, arrojo y sangre. Queda grabada en nuestra memoria, esta magnífica ciudad amurallada, que se mira sobre el barranco abismal del río Tajo.