El día 2 de marzo de 2018, falleció el Prof. Dr. Osvaldo Robiolo, eminente médico y docente, que en su vida se convirtió en la total interpretación de la palabra "maestro"
Hay vidas ideales y realmente bellas. No porque no las bañe el dolor ni porque estén lejos de la realidad, sino porque pueden encontrar el sentido de la vida desde que tienen muy corta edad. Son personas privilegiadas cuya vocación y sentido de la vida se dan la mano, en realidad un abrazo tan profundo que casi se funden y pasan a ser lo mismo. La vocación como motor de la vida.Este parece ser el caso del Prof. Dr. Osvaldo Robiolo que transitó el sendero de la vocación a través de la Medicina con principios de honestidad y ética y pudo transmitirlos a las siguientes generaciones y además reconoce que le fue inculcado desde su infancia. Por eso lo vive en forma casi natural. "Mi Padre era Médico Pediatra y en mi hogar paterno siempre estuve rodeado de Medicina, nunca pensé en otra carrera" admite el Dr. Robiolo, aunque reconoce que su idea inicial fue la Pediatría, pero que la muerte de su Padre cambió de enfoque dirigiéndolo hacia la cardiología. Sus valores y metas en relación a la carrera siempre fueron claras, así nos lo cuenta: "Ejercerla en toda su plenitud, o sea, asistencial, docencia e investigación clínica. Siempre consideré muy importante la concurrencia a un Hospital Universitario (Hospital Provincial del Centenario dependiente de la Facultad de Medicina de Rosario) donde realicé mi carrera docente desde Jefe de trabajos prácticos hasta Profesor Titular de Semiología y luego de Cardiología". Este verdadero patriarca de la Medicina, que tiene su "hogar" en Rosario supo hacerle tanto espacio en su vida a la Medicina como a la familia, tal vez el equilibrio se lo dieron la perfecta mixtura de lo que heredó de sus padres: de Alejandro Alfredo Robiolo, su amor por la Medicina, su capacidad de trabajo; y de su madre, Blanca Rodríguez, su bondad, su cariño y su dedicación para su familia. "El mejor recuerdo con ellos, el habernos impartido sólidos conceptos de la importancia de la honestidad, del trabajo y del esfuerzo permanentes, además de su constantes muestras de cariño". Por eso hoy a conformado una inmensa familia, compuesta por su esposa Marta Durand con quién lleva casado 60 años, cuatro hijos: un varón, Alejandro y 3 mujeres: Marta, Cristina y Cecilia. También 13 nietos (5 varones y 8 mujeres) y 6 bisnietos (4 varones y 2 mujeres). "Todos ellos nos han llenado de satisfacciones y de nietos y bisnietos. El mayor tiene 32 años y el menor 2 meses." El Dr. Robiolo se mantiene actualizado en Internet en temas relacionados con la Medicina, pero ha sabido cultivar sus pasatiempos y volcar su fervor en el tenis y el fútbol: El primero lo juega además de verlo, y prueba de su pasión por el segundo deporte lo demuestra el hecho de que es Socio Vitalicio de los "Canallas". Las películas que le llegan al corazón son las de contenido social como Il Postino, Ladrón de bicicletas, Cinema Paradiso y de las nuevas: Descubriendo el País del Nunca Jamás. Un buen programa es comer pastas, dulces y un buen vino tinto escuchando música de Mozart, Vivaldi y Beethoven que no pierden vigencia "por su universalidad y mensaje siempre permanente".
Y una postal del merecido descanso de este infatigable caballero, el Dr. Robiolo, la imaginamos recostado en Punta del Este, su lugar favorito de vacaciones, con su libro de cabecera que es ni más ni menos que el Quijote de Cervantes; y rodeado de su familia, gran fuente del amor aunque no la única, tal como él lo expresa: "…el amor a mi esposa, a mis hijos y a toda mi familia es lo principal en mi vida, pero también el amor hacia mi profesión, hacia los que se formaron a mi alrededor y a mis alumnos, que ocupan un importante espacio en mi cariño".
Este gran hombre tiene tan equilibrada su vida personal con el trabajo que nos cuenta que su orgullo lo conforma: "Toda mi familia. El haber Fundado la FAC y ser ahora Miembro Emérito y ser Profesor Honorario de la Universidad de Rosario"; pero la admiración de este hombre por el Quijote de Cervantes hace que se haya puesto como meta una tarea bastante dificultosa, la cuál lamenta no haber podido cumplir: "No haber podido contribuir a la unión de todos los Cardiólogos Argentinos". Como dice Fedor Dostoiewski: "El secreto de la existencia humana no sólo está en vivir, sino también en saber para qué se vive".
Esto parece tenerlo muy claro el Dr. Robiolo cuando en los haberes de su vida cuenta "los reconocimientos a mi humilde trayectoria médica y docente y las reuniones con toda mi extensa familia". Y además de la sabiduría que sabemos admirar en el Doctor Robiolo, en relación a su profesión, vemos que también ha alcanzado esa erudición en relación a su vida, cuando le preguntamos por el mejor momento del día: "Cuando era joven el despertar de cada día, ahora en mis 85 años, el final de cada día donde agradezco a Dios, por haberme permitido gozar de un día más".