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Actividades » Culturales

Las mujeres y el lenguaje

Las mujeres, las recolectoras de la arcaica ecuación cazador-recolector, estaban sometidas a una presión mayor a la hora de desarrollar el lenguaje que sus compañeros varones.

La caza, la prerrogativa de los varones, estimulaba la fuerza, la cautela y la espera estoica. El cazador era capaz de funcionar muy bien con un número muy limitado de señales lingüísticas, como es todavía el caso entre los pueblos cazadores como los kung de los maku.

Para los recolectores, la situación era distinta. Estas mujeres, con un repertorio más amplio de imágenes comunicables acerca de las comidas, sus fuentes y secretos de preparación, se situaban en una indiscutible posición de ventaja. El lenguaje quizás haya surgido como un poder misterioso que principalmente atañía a las mujeres; mujeres que pasaban mas parte de su tiempo de vigilia juntas y normalmente hablando que los hombres. Mujeres a las que en todas las sociedades se considera con tendencia a agruparse, en contraste con la imagen solitaria del varón, que representa la versión romántica del varón alfa de la banda de primates.

Los logros lingüísticos de las mujeres eran dirigidos por una necesidad de recordar y describir a las demás una variedad de localizaciones y señales, así como numerosos detalles taxonómicos y estructurales sobre las plantas que había que buscar o desechar. La compleja morfología del mundo natural propulsó la evolución del lenguaje para modelar el mundo observable. Hoy en día, una descripción taxonómica de una planta resulta joyceanamente (James Joyce) excitante: "Arbusto de 2 a 6 pies de altura, absolutamente pelado. La mayoría de las hojas enfrentadas, algunas en tríos o las más altas alternadas, sésiles, lineal-lanceoladas o lanceoladas, agudas o puntiagudas. Flores únicas axiladas, amarillas, aromáticas, pedunculadas. Cáliz en forma de campana, pétalos de caducidad temprana, ovalados", y así líneas y líneas.

La profundidad lingüística que alcanzaron las mujeres como recolectoras lleve finalmente a un descubrimiento trascendente: el descubrimiento de la agricultura. Lo llamo trascendente por las consecuencias que tuvo. Las mujeres se dieron cuenta de que podían hacer crecer un número de plantas limitado. Como resultado aprendieron las necesidades únicamente de estas pocas plantas, abrazaron un estilo de vida sedentario y empezaron a olvidarse del resto de naturaleza que antes tan bien habían conocido.

Fragmento del libro: "El Manjar de los Dioses" de Terence Me Kenna, capítulo "Plantas y Primates de la Edad de Piedra"

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