Enviar URL:

Si no visualiza el código,haga click en él, para cambiarlo.

    x
  • • Su mensaje fue envído.
Actividades » Culturales

Una visita a Berggasse 19

El Dr Alfredo Buzzi, con sensibilidad, recorre la mansión de Sigmund Freud dónde él produjo la mayor parte de su obra.

Una visita a Berggasse 19

por Prof. Dr. Alfredo E. Buzzi
Profesor Titular de Diagnóstico por Imágenes, UBA.

Sigmund Freud vivió y trabajó en la casa ubicada en Berggasse 19, en el Distrito 9 de la ciudad de Viena, entre 1891 y 1938, momento en el que fue expulsado por los nazis. Fueron los 47 años más prolíficos de su vida. La mayor parte de su obra escrita la realizó aquí.

Esta casa, considerada la cuna del psicoanálisis, se convirtió en 1971 en el Museo Freud, que atrae a más de 65.000 visitantes cada año. 

El Distrito 9 de la ciudad de Viena, conocido como Alsergrund (Figura 1), fue establecido en el año 1850. Está ubicado a poca distancia al norte del Distrito 1 (el distrito central de la ciudad o Inner Stadt) y del río Danubio. Tiene un área de casi 3 km2 y casi 40.000 habitantes. En este distrito se sitúan muchas dependencias de la Universidad de Viena, y está asociado a la música, ya que aquí nació Franz Schubert (1797-1828) y murió Ludwig van Beethoven (1770-1827). En este Distrito se encuentra una de las direcciones más famosas y reconocidas del mundo: Berggasse 19, lugar de nacimiento del psicoanálisis.

Mapa de los distritos de Viena. Se señalan los tres distritos relacionados con Freud: 2 ó Leopoldstadt, 9 o Alsergrund y 18 o Währing.

Tal como lo indica una placa colocada en 1953 en la fachada de la casa por la Federación Mundial para la Salud Mental (Figura 2), Sigmund Freud, el "Fundador y Creador del Psicoanálisis", vivió y trabajó aquí desde 1891 hasta su expulsión por los nazis en 1938. Su consultorio estaba aquí, y fue también aquí donde escribió sus historias clínicas y los libros de casos que cambiarían el mundo. En 1971, el único consultorio y el hogar de Freud se convirtieron en lo que hoy es un museo mundialmente famoso, que atrae a más de 65.000 visitantes cada año.

Además del Museo (Sigmund Freud Museum), de la Biblioteca temática (Sigmund Freud Haus Bibliothek) y del Archivo de documentos (Sigmund Freud Archiv), en Berggasse 19 hay una sala de eventos, normalmente destinada a reuniones y conferencias organizadas por la Sociedad Sigmund Freud (Sigmund Freud Gesellschaft), donde también se realizan exposiciones temporales de arte contemporáneo, y exposiciones sobre aspectos específicos de la vida y obra de Freud, presentando material que no forma parte de la colección permanente del Museo. Anexa a las dependencias del Museo existe también una pequeña librería.

Placa recordatoria en la casa de Sigmund Freud colocada en 1953 por la Federación Mundial de la Salud Mental.

El museo Freud de Londres, fue la casa dónde se hospedó durante la anexión nazi en Austria

El Museo Freud existe desde 1971 y fue inaugurado en conjunto con el Archivo Sigmund Freud (Sigmund Freud Archiv). Su hija, Anna Freud, viajó especialmente de Londres a Viena para participar en los detalles finales y estar presente en el acto de inauguración. Muchos psicoanalistas hicieron posible el trabajo de catalogación y presentación del material, destacándose la participación del psicoanalista austríaco Harald Leupold-Lówenthal (1926-2007), quien fue el principal compilador del catálogo publicado en alemán y en inglés en 1994. La historiadora Lydia Marinelli (1965-2008) colaboró también en el Museo desde 1991 hasta su muerte. En 1996 hubo una primera ampliación gracias a la cual el Museo pudo abrir la sala de eventos y exposiciones y las habitaciones de Anna, trasladando la Biblioteca hacia el ala izquierda. En 2003, el Museo pasó a estar bajo la tutela de la Fundación Sigmund Freud, cuya presidente del directorio y a la vez directora del Museo es Inge Scholz-Strasser. Finalmente, en 2006, el gobierno municipal de la ciudad de Viena aportó el inmueble de la calle Berggasse 19 a la Fundación Sigmund Freud, con el objeto de crear condiciones para una ampliación de mayor alcance, que permitiera el acceso a las habitaciones de la vivienda privada de Freud, proyecto que aún no se ha concretado.

La casa museo en República Checa, dónde nació Freud

En esta casa estab el departamento de la familia Freud en Viena los primeros años después de su matrimonio

Además de éste, hay otros dos museos dedicados a Freud en Europa. Uno de ellos es el Museo Freud de Londres (Figura 3), ubicado en 20 Maresfield Gardens, Hampstead, Londres, donde Freud residió junto a su familia en el exilio a partir de 1938 y donde su hija Anna vivió hasta su muerte en 1982. El otro se ubica en la casa ubicada en Príbor, República Checa (Figura 4), donde Sigmund Freud nació y vivió hasta los tres años de edad.

Martha Bernays, esposa de Freud, en su juventud

En Berggasse 19 el Museo Sigmund Freud exhibe una colección permanente de objetos pertenecientes al creador del psicoanálisis, con libros y documentos relacionados con su vida y su obra, con la historia temprana del movimiento psicoanalítico, y con las relaciones entre Freud y sus colegas.

Antes de mudarse a Berggasse 19, la familia Freud vivía en un departamento en Am Schottenring 7, un edificio de estilo neogótico conocido como Sühnhaus (Figura 5), que estaba ubicado en un barrio mucho mejor, en pieno centro ae viena y en una construcción bastante más elegante, pero que, tras el nacimiento de Ernst, su tercer hijo, había quedado pequeña para ellos. Debido a esto, y a pesar de que su esposa Martha Bernays (Figura 6) no estuvo muy feliz con el cambio a la casa de la calle Berggasse (el nuevo barrio era respetable, pero no distinguido), la familia debió abandonar el departamento del Sühnhaus de Viena, cuyo alquiler, a pesar de la belleza de la casa, era relativamente económico porque pocos querían vivir allí, ya que la edificación cargaba con el estigma de un teatro que se había incendiado en ese mismo lugar. En ese incendio murieron casi 400 personas, y la catástrofe significó la organización del Departamento de Bomberos de Viena, la fundación de la Compañía de Rescate y la promulgación de una nueva ley de teatro.

En 1869 la población del distrito de Alsergrund era de 66.000 habitantes (Figura 7). Al avecinarse el cambio de siglo la construcción entró en una época de gran auge en Austria. Las zonas no construidas cerca del muro de la ciudad (Linienwall) y del canal del Danubio se llenaron rápidamente de casas nuevas, al tiempo que se reemplazaron muchas construcciones antiguas por casas de varias plantas, construidas con el objetivo de dar departamentos en alquiler a distintas familias (Figura 8). La población creció muy rápido por aquella época en este Distrito: en 1910 casi se había duplicado y ascendía a más de 100.000.

La casa de Berggasse 19 se construyó en este contexto de gran crecimiento del Distrito de Alsergrund. Este crecimiento se transformó en un decrecimiento en la década de los años '30 y '40, ya que una parte significativa de la población era de origen judío y fue expulsada por los nazis. El estilo de estas construcciones es difícil de definir con exactitud, ya que si bien se clasifican con frecuencia en historicismo tardío (la época final del Gründerzeit) en Austria y Alemania, ya incorporaban ciertos elementos decorativos del modernismo.

El Distrito 9 de Viena en 1899, el año en que se publicó "La interpretación de los sueños"

En la periferia de Viena se reemplazó la arquitectura tradicional con construcciones de piso de alquiler

Berggasse en el Distrito 9 y un formato antiguo de la placa de la calle

Formato moderno de la placa de dirección

Berggasse (Figuras 9 y 10), significa "calle de la montaña", y hace referencia (de manera exagerada) a la pequeña colina en la que termina uno de sus extremos (Figura 11). Pero en la mayor parte de su longitud, la calle es plana y bastante ancha, y el número 19 se encuentra en este tramo plano. En el comienzo de la calle en el tramo plano estaba el mercado de pulgas (Tandelmarkt) de Viena, constituido por muchas tiendas de baratijas, la mayoría de las cuales, en la época de Freud, eran propiedad de pobres comerciantes judíos. Este extremo de Berggasse, que es donde se inicia la calle, limita con el Distrito 2 de Viena, conocido como Leopoldstadt (Figura 1), donde Freud vivió y fue a la escuela durante su juventud, al igual que la mayoría de la población judía más pobre de Viena, y donde vivían sus padres.

Vista de la calle Berggasse desde la loma

El extremo de Berggasse en la cima de la colina termina en Wáhringer Strasse, una de las avenidas más importantes de Viena que corre desde el Distrito 9 (Alsergrund) hasta el Distrito 18 (Wáhring) (Figura 1). Allí se encuentran la Iglesia Votiva (Votivkirche), construida en 1853 como una expresión de gratitud por el fracaso de un intento de asesinato del emperador Franciscojosé I, el Parque Sigmund Freud (Figura 12), donde Freud paseaba con su perro Jofi (Figura 13) después del almuerzo y por las noches. El edificio de ladrillo a la vista en Wáhringer Strasse 10 es el Instituto de Química de la Universidad de Viena (Figura 14). Aquí Sigmund Freud participó en ejercicios de química con gases entre marzo de 1881 y julio de 1882, que más tarde consideró como una pérdida de tiempo. Siguiendo por Wáhringer Strasse, pronto llegamos al cruce con Berggasse. Sin embargo, antes de girar a la derecha, podemos ver del otro lado de Wáhringer Strasse, donde Berggasse cambia de nombre a Schwarzspanierstrasse, el Instituto de Fisiología de la Universidad de Viena (Figura 15), donde se desempeñaba el eminente fisiólogo Ernst von Brücke (1819-1892). Freud más tarde dijo que von Brücke fue para él la mayor autoridad que lo había influenciado. Freud pasó aquí seis años, desde 1876 hasta 1882, como asistente y demostrador. Durante los siguientes tres años, Freud vivió y trabajó en varios departamentos del Hospital General de Viena, preparándose para establecer su propia práctica médica privada.

Parque Sigmund Freud e Iglesia Votiva

Freud junto a su perro

Instituto de química de la Universidad de Vienna

Instituto de Fisiología

Placa en la casa que anuncia en el solar dónde habitó el original político, médico, austríaco Victor Adler

Anuncio de Freud sobre su traslado en septiembre de 1891 a 19 de Berggasse, Vienna

Más allá, por Wáhringer Strasse, están las clínicas de la Universidad de Viena, la propia Universidad y algunos de los barrios más selectos de la clase media alta, de donde provienen la mayoría de los pacientes y visitantes de Freud.

Freud dejó atrás la vida que llevó en el Distrito 2, en un extremo de Berggasse, pero nunca obtuvo la cátedra en la Universidad, que durante mucho tiempo había sido su ambición, ni nunca fue aceptado en los círculos de la burguesía de clase alta de Viena, ubicados en el otro extremo de Berggasse. Resulta revelador que Freud haya elegido esa casa en el Distrito 9, respetable pero no distinguida, a mitad de camino entre sus comienzos judíos en el Distrito 2 y los barrios ricos e intelectuales de la colina, en el Distrito 18 (Figura 1). Quizás era el lugar

Vista de la calle Berggasse hacia la loma y el edificio dónde vivía y atendía Freud

La casa de Berggasse 19, diseñada por el arquitecto Alfred Stirling, fue construida en 1891 en un terreno donde se había demolido una casa más antigua, que había sido la residencia de Víctor Adler (1852-1918), político socialdemócrata austríaco, cofundador del Partido Obrero Socialdemócrata de Austria. En la actual casa existe también una placa recordatoria de la existencia anterior de la vivienda de Víctor Adler en ese sitio (Figura 16).

Vista actual del edificio

La edificación tiene cinco plantas: planta baja (con un patio), entrepiso y tres pisos superiores. En el entrepiso (así como en cada uno de los niveles superiores) existían dos departamentos, mientras que en la planta baja había solo uno, junto a dos locales comerciales con vidrieras hacia la calle

Así, en la casa de Berggasse 19 hay un total de nueve departamentos que albergaban en la época de Freud a distintas familias.

Freud se instaló a vivir en esta casa en 1891, cuando tenía 35 años (Figura 17). La casa estaba recién construida (Figuras 18, 19 y 20). Aquí vivió el matrimonio con sus seis hijos, Mathilde, Martin, Oliver, Ernst, Sophie y Anna, así como también su cuñada Minna Bernays. La familia ocupó como vivienda uno de los dos departamentos del entrepiso (a la derecha en el plano de la Figura 20) mientras que el consultorio primeramente estuvo ubicado en la planta baja entre 1897 y 1908 (en la actualidad están allí las dependencias de la secretaría de la Sociedad Sigmund Freud y el Archivo). Su hermana, Rosa Graf, vivía en el otro departamento del entrepiso (a la izquierda en el plano de la Figura 20, el que hoy alberga al museo). Cuando Rosa se mudó en 1908, Sigmund Freud trasladó su consultorio y cuarto de trabajo a este departamento del entrepiso, es decir, en la misma planta y justo frente al que ocupaba como vivienda. A partir de 1923, 

Anna Freud, la hija menor de Sigmund Freud, también tenía su consultorio en este mismo departamento.

Plano de la planta

Esta casa de departamentos de alquiler no tiene ninguna particularidad arquitectónica especial, ni posee de por sí atractivo histórico alguno. Se ha hecho famosa por uno de sus inquilinos, el creador del psicoanálisis, quien pagaba mes a mes su alquiler para vivir y trabajar aquí.

Freud vivió en Berggasse 19 durante 41 años, de 1891 a 1938. El 4 de junio de ese año, tras, la anexión (Anschluss) de Austria por la Alemania de Hitler como una provincia del III Reich, pasando de Ósterreich ("Reino del Este") a Óstmark ("Marca del Este"), Freud debió abandonar Viena debido a su origen judío. A las a las 2.45 de la madrugada del 5 de junio de 1938, después de pasar por Alemania a bordo del Expreso de Oriente, cruzó el puente sobre el río Rin y pasando la frontera francesa, se encontró a salvo. En la mañana del 6 de junio fue recibido en Londres por su biógrafo y amigo, el neurólogo y psicoanalista galés Ernest Jones (1879-1958) y por miembros de su familia, donde vivirá en el exilio por el resto de sus días.

Freud obtuvo a través de la intervención diplomática de Ernest Jones y sobre todo de su ex paciente, luego colaboradora, colega y amiga Marie Bonaparte, un permiso para llevar todas sus pertenencias y mobiliario a Londres, incluido el famoso diván, que se conserva en el museo de esa ciudad, lo que también ha sido materia de controversias.

Sigmund Freud fue el primero en abandonar esta casa en junio de 1938 para partir al exilio. En Berggasse 19 vivían judíos y no judíos, constituyendo sin embargo los segundos una mayoría. Aquí convivían y trabajaban, bajo un mismo techo, personas de diversos oficios y profesiones de las capas media de la época: un carnicero, un comerciante de telas, pero también un vendedor de seguros y un abogado. Solo un inquilino en la casa era militante nacionalsocialista y podía por tanto estar seguro de mantenerse allí, mientras el resto organizaba su huida. Mientras que a Freud le fue posible salir de Viena tras la anexión, a través de contactos diplomáticos, la historia de sus vecinos fue mucho más complicada.

En 2003, se presentó en el Museo Freud, en Berggasse 19, una exposición de documentos y objetos históricos (sin fotos), curada por Lydia Marinelli bajo el título de "Los vecinos de Freud desaparecidos" (Freuds verschwundene Nachbaren), en la que se muestra el destino de las personas que vivían en los otros ocho departamentos de alquiler en el mismo edificio. En la exposición se mostraron planos de la casa que señalaban en qué apartamento vivía cada uno de los vecinos. Bajo el amparo de un decreto con fuerza de ley ("Judenvermógensabgabe") regía la obligación para los judíos de vender sus casas, cuestión que ocurría usualmente muy por debajo de su valor real. Además, los inquilinos judíos, de acuerdo con un decreto de mayo de 1939, habían perdido sus derechos contractuales: su contrato de alquiler podía ser rescindido de inmediato, sin plazos. Si por alguna razón era imposible el desalojo, el decreto precisaba que debían acoger obligatoriamente a otros judíos que la autoridad determinase. Luego de la huida de Freud a Londres hubo represalias cada vez más fuertes contra los habitantes de la casa de Berggasse 19, como en muchas otras casas de ese barrio. La casa se transformó por un tiempo en alojamiento obligado para otros judíos, bajo condiciones humillantes (Figura 21). Entre 1939 y 1942 la autoridad alojó a un total de 31 judíos en lo que había sido el apartamento de Freud. En la exposición se exhibió, entre muchos otros documentos, una carta de las hermanas de Freud (Marie, Adolfine y Pauline) a las autoridades informando sobre la dramática y caótica situación que se vivía en Berggasse 19. Cuatro de las hermanas de Freud que permanecieron en Viena fueron enviadas más tarde a los campos de concentración de Theresienstadt y Treblinka, donde fueron asesinadas. Freud no llegó a enterarse de esta noticia.

Símbolo nazi sobre la puerta en tiempos de guerra

En junio de 1938, unos días antes de que la familia Freud se fuera de Viena a Londres, el sociólogo August Aichhorn (1878-1949), amigo de Freud, le pidió al joven ingeniero y fotógrafo Edmund Engelman que tomara algunas fotos del lugar de residencia de Freud, para tener un registro visual del lugar donde surgió el psicoanálisis. El plan era tomar las fotografías sin el conocimiento de Freud, para no molestar a un hombre viejo y gravemente enfermo en un momento en que estaba profundamente preocupado por el hostigamiento de los nazis hacia él y su hija, y la preocupación por su inminente partida. Pero por casualidad, Freud se encontró con Engelman mientras tomaba las fotografías y aceptó sentarse para algunos retratos, lo que agrega un mayor significado a las fotografías presentadas en el libro "El hogar y las oficinas de Sigmund Freud, Viena 1938" (Sigmund Freud's Home and Offices, Vienna 1938).

Medio año más tarde, Engelman también se fue de Viena. No se atrevió a llevar los negativos de la casa de Freud, temiendo que cuando se inspeccionara su equipaje podrían despertar sospechas e impedir su salida. Se los dejó a Aichhorn para su custodia. Cuando Aichhorn murió después de la guerra, los negativos fueron enviados a Anna Freud en Londres, quien finalmente los devolvió a Engelman. Así surgió ese libro, como lo relata Engelman en una memoria final. Se hicieron dos ediciones: la primera en 1976 y la segunda, con una introducción distinta, en 1998. Edumnd Engelman murió el 11 de abril de 2000 en la ciudad de Nueva York con 92 años de edad, 62 años después de obtener las famosas fotografías de la casa que fue vivienda y consultorio de Sigmund Freud (Figura 22).

Edmund Engelman (1907-2000)

Engelman, usando dos cámaras (una Rolleiflex y una Leica), dos lentes (una lente de 50 mm y una lente gran angular de 28 mm) y un fotómetro, tomó aproximadamente cien fotografías. Su trabajo se vio perjudicado por el hecho de no poder usar flashes para no atraer la atención de la Gestapo, que tenía a la casa de Freud bajo estrecha vigilancia. Esto comenzó cuando Freud, a través de la intervención de amigos extranjeros influyentes, recibió permiso para enviar al extranjero sus posesiones, la más importante de las cuales para él fue su colección de arte y antigüedades. El objetivo de la vigilancia de la Gestapo era evitar que otras personas introdujeran en el departamento objetos de valor adicionales y eludieran su confiscación por parte de los nazis.

Las fotografías tomadas por Engelman permiten vislumbrar íntimamente la forma de vida de Freud, al menos en lo que se refiere a aspectos externos. Y, como no solo los psicoanalistas saben, aunque el exterior sea diferente del interior, está relacionado con él.

Engelman enfoco su cámara principalmente en tres objetos: el diván psicoanalítico tal como lo diseñó Freud, su particular silla y el escritorio en el que escribió sus cartas y compuso sus famosas obras.

Sala de consulta

El elemento dominante en la sala de consultas es el sofá, cubierto con una alfombra Smyrna que le entregó alrededor de 1890 por Madame Benvenisti, una paciente agradecida (Figura 23). Otras alfombras orientales cubren los pisos, como era habitual en la burguesía de Viena en ese momento, pero también están extendidas sobre las mesas, que no lo era tanto. Esto haría el ambiente de la habitación más confortable y acogedor. El sofá está repleto de almohadas, de modo que el paciente se apoyaba en él en una posición semisentada, en lugar de una supina. En esta postura, el paciente no podía evitar ver, a menos que mantuviera los ojos cerrados, una habitación muy cómoda, pero atiborrada de cosas, que reflejaban los intereses personales de su analista. Detrás de la cabecera del sofá estaba el sillón donde se sentaba Freud (Figuras 24 y 25). Las fotografías muestran la habitación completamente dominada por una profusión de antigüedades, una colección que, según él, le daban "un confort inigualable".

Atrás del sofá se observa el sillón dónde se sentaba Freud

Maqueta del famoso sofá

Sala de estudio

El escritorio de Sigmund Freud

Observar espejo colgado en la ventana

Reproducción de su sillón que utilizaba Freud, regalo de su hija

En el centro de la habitación que funcionaba como su estudio (Figura 26) estaba la silla donde se sentaban los pacientes en su primera consulta. Muchos de 2.500 libros de Freud estaban en las bibliotecas que tapizaban las paredes de su estudio, junto con su colección de antigüedades. Sentado en esa silla, el paciente podía ver su imagen reflejada en el espejo que colgaba en el montante central de la ventana detrás del escritorio de Freud (Figura 27). Cuando 

Freud se sentaba en la silla de su escritorio, su cabeza bloqueaba la vista del espejo, iniciando la dinámica transferencia! que regirá los futuros encuentros terapéuticos (Figura 28). Freud usaba también ese espejo para ajustar la prótesis del paladar que usaba después de las cirugías antes de recibir a los pacientes. La silla tan particular que usaba Freud en su escritorio (Figuras 29 y 30) fue diseñado especialmente en 1930 por el arquitecto y amigo de la familia Felix Augenfeld para su posición de lectura un tanto inusual, colocando una pierna sobre el brazo de la silla y sosteniendo el libro en lo alto (Figura 31).

Diseño de sillón

Sala de estudio

Freud sentado en su escritorio

Estatuillas sobre su escritorio

Piezas egipcias que dominan su colección

En estas dos habitaciones (la de la consulta y la del escritorio) hay objetos antiguos por todas partes (Figura 32). Llenan las paredes, mesas, estantes y vitrinas. Incluso unas veinte estatuillas están dispuestas sobre el escritorio de Freud, para enfrentarse a él mientras trabajaba (Figura 33). Dondequiera que mirara, siempre estaban ante sus ojos. Los objetos no están organizados de ninguna manera sistemática, ni por tema ni por período ni por cultura. Los objetos griegos y romanos antiguos se colocan al lado de los egipcios y chinos. Cabe destacar que a pesar del fuerte sentido de identidad judía de Freud, no hay antigüedades judías en su colección, una omisión comprensible, tal vez, para un hombre que veía a Moisés como un egipcio. Las piezas egipcias tienen un lugar dominante en la colección (Figura 34).

Como lo señala Bruno Bettelheim en su libro "La Viena de Freud y otros ensayos" (1990) es interesante el significado que podría haber tenido para Freud su colección de antigüedades. No era inusual en su época que los miembros de la clase media vienesa cultivada coleccionaran arte o limitaran esa colección a objetos del pasado. La educación humanista a la que se expuso esta clase, con su énfasis en la cultura griega y romana, alejó a muchos de ellos del arte de su propia época, que se estaba creando a su alrededor. Hay que recordar que fue el momento de la Secesión Vienesa (Secessionsstil), que formó parte del muy variado movimiento artístico denominado modernismo como un proyecto de renovación artística, y que tuvo como protagonistas, a Gustav Klimt, Koloman Moser, Ferdinand Andri, Egon Schiele y Joseph Maria Olbrich, entre otros. Freud parece haber compartido esta actitud. No obstante, hay aspectos únicos sobre los que vale la pena reflexionar sobre su colección. Primero, prefería los objetos completos, evitando los fragmentos o los dañados. En segundo lugar, su interés era esencialmente arqueológico, no estético. Como el propio Freud declaró, las cualidades formales no le interesaban: lo que le importaba era lo que el objeto contaba sobre el pasado del hombre, no lo que revelaba acerca del sentido de la belleza del hombre.

Como simbolizaban su trabajo psicoanalítico, Freud estaba más que dispuesto a compartir sus intereses "arqueológicos" con pacientes y colegas analistas. Es para destacar el hecho de que todos estos objetos estaban exhibidos en su sala de consulta y en su estudio. Ninguno de ellos estaba en alguna de las muchas habitaciones contiguas que formaban la vivienda familiar. De hecho, las fotos que tomó Engelman de las habitaciones de la familia muestran interiores típicos de la residencia de cualquier familia acomodada de la clase media vienesa de la época. Esta tal vez es la declaración más definitiva de Freud de que su colección era parte integrante de sus intereses psicoanalíticos, y no de su vida familiar.

Frente de la casa

Por lo tanto, podemos entender por qué las piezas que Freud recolectó tenían que ser antiguas, y por qué debían haber estado ocultas durante mucho tiempo y haber sido "descubiertas" exactamente en el mismo estado de conservación en el que habían sido "enterradas" mucho tiempo atrás. Si estos objetos eran importantes para Freud como símbolos del trabajo de su vida, entonces podemos entender por qué estaban tan apretados en pequeños espacios, en una maraña aparentemente desorganizada, al igual que los eventos reprimidos se mezclan y se amontonan en el inconsciente. También podemos comprender por qué no le importaban sus méritos estéticos. Para el psicoanalista, la belleza reside en la recuperación completa y sin distorsiones de lo que ha estado enterrado en el inconsciente durante mucho tiempo, y no en si lo que ha sido "descubierto" tiene alguna cualidad artística en particular. Cuanto más profundo y por más tiempo haya sido enterrado, cuanto más cuidadosamente se haya hecho inaccesible (como los objetos en las tumbas egipcias), mayor será el logro psicoanalítico en su recuperación completa. Si este fue el significado simbólico de su colección de antigüedades para Freud, podemos entender por qué la mayoría de los objetos son de origen funerario. No porque, como se ha propuesto a veces, tenga alguna conexión con un instinto de muerte, o con algún interés mórbido centrado alrededor de la muerte. Por el contrario, puede suponerse que estos pequeños tesoros, una vez enterrados, simbolizaban cosas profundamente ocultas, cosas que ni siquiera se sabía que existían, pero que, sin embargo, tenían realidad y podían recuperarse por completo, contribuyendo así al disfrute de la vida.

Hall de entrada

Puerta ventana con vidrios grabados en el Hall

Patio interno

Cartel que indica el consultorio

Al atravesar la puerta de entrada de Berggasse 19 (Figura 35) se ingresa al hall de entrada (Figura 36), con sus magníficas ventanas de vidrio grabado (Figura 37), donde una placa indica que el Museo que se ubica en el primer piso. En el fondo del hall de la planta está la única salida al patio (Figura 38).

En el primer piso encontramos dos puertas. Una placa en la puerta a la derecha indica que ahí es el consultorio del Dr. Freud (Figura 39). A la izquierda está el departamento privado de la familia Freud.

Ticket para visitar el museo

Puerta de entrada al consultorio

Objetos personales

Como no somos pacientes, entramos por la  puerta de la izquierda en el salón privado de la familia Freud, que es la recepción del Museo, donde pagamos la entrada (Figura 40). Atravesando la tienda del Museo se ingresa a las salas del antiguo consultorio (Figura 41).

El salón de consulta, que en su mayor parte se ha conservado en su estado original, contiene muchos objetos: un colgador de ropa de su período de formación en el Hospital General de Viena, donde están su sombrero, su gorra, su bastón, un maletín y un baúl de viaje, que utilizó en su emigración forzada a Londres (Figura 42). Muchas de las piezas en exhibición fueron entregadas al museo por su hija Anna en 1971 con motivo de la ceremonia de apertura del mismo, a la que, como dijimos, asistió personalmente (Figura 43).

Caja de juegos

Sala de espera

Al pasar por el pasillo, llegamos a la sala de espera, amueblada con piezas originales dispuestas de acuerdo con los recuerdos de Anna Freud y la ama de llaves Paula Fichtl (Figura 44). La sala no solo fue utilizada por los pacientes, sino que también se utilizaba para las reuniones de la Sociedad Psicológica de los Miércoles (Psychologlsche Mittwoch Gesellschaft), que más se transformó en la Asociación Psicoanalítica Vienesa (Wiener Psychoanalytische Verelnigung). Además de Freud, miembros destacados de esta Sociedad fueron Otto Rank, Karl Abraham, Carl Gustav Jung, Alfred Adler, Sándor Ferenczi, Isidor Isaak Sadger, Hanns Sachs, Ludwig Binswanger, Carl Alfred Meier y Sabina Spielrein.

En las paredes de esta habitación se exhiben distintos títulos, diplomas académicos, certificados de premios y reconocimientos internacionales, los cuales no se encontraban en esa disposición en la sala de espera real (en vez de eso existían allí originalmente grandes libreros).

Parte de la colección de estatuillas, artefactos y objetos arqueológicos tanto de la cultura antigua occidental como oriental están hoy expuesta en una vitrina en la sala de espera (Figura 45).

Colección de antiguedades en vitrina de sala de espera

Documentos, autógrafos, cartas, fotos y libros

La sala de espera está separada de la sala de consulta por una puerta doble a prueba de sonido, y fue en este punto donde se encontraba el mueble más famoso del psicoanálisis, el legendario diván de Freud. Como se le permitió a Freud llevarse todas sus pertenencias personales a Londres, hoy el sofá está en la casa que ahora ocupa el Museo Freud de esa ciudad, y que fue su hogar durante el exilio. Actualmente, en las habitaciones que fueron la sala de consulta y su estudio se encuentran exhibidos documentos, autógrafos, cartas, fotos y libros que narra la vida y obra de Freud y la historia del psicoanálisis (Figuras 46 y 47). En la parte inferior está el documental fotográfico de gran formato del fotógrafo Edmund Engelmann, que da una vivida impresión del interior de la sala poco antes de la forzada emigración de Freud.

Documentos, autógrafos, cartas, fotos y libros exhibidos

Vista desde una ventana del piso de Freud

Antes de irnos, echamos una mirada a Berggasse desde una de las ventanas de la casa de Sigmund Freud (Figura 48).

Hoy, con sus exposiciones de las posesiones personales de Freud, fotos, autógrafos, su archivo científico, la biblioteca completa y una película de la década de 1930 con un comentario de Anna Freud, que solo se puede ver aquí y en el museo de Londres, Berggasse 19 no es solo un museo conmemorativo y moderno, sino también un lugar para una exploración multifacética y fascinante del psicoanálisis. Las exposiciones, que cambian con frecuencia, y una colección de arte contemporáneo tienen como objetivo hacer visible y comprensible la convergencia del arte moderno y el psicoanálisis y documentarlo.

¿Quiere colaborar con la Fundación?

0341 449 8353
MÁS INFORMACIÓN