Médico, bioquímico y farmacéutico argentino recibió el Premio Nobel de Química en 1970
Luis Federico Leloir nació en París el 6 de septiembre de 1906. Su familia regresó a Buenos Aires, donde adoptó la ciudadanía y realizó sus estudios.En la Universidad de Buenos Aires, Houssay fue el director de la tesis de doctorado de Leloir. A través de ella, el joven doctor investigó sobre algunos temas relacionados con el metabolismo de los hidratos de carbono. Terminó la tesis en dos años y, más tarde, se trasladó a Cambridge (Inglaterra), para continuar con un posgrado en el Biochemical Laboratory.
Ya en la Argentina, Leloir había asumido el cargo de profesor de Fisiología en la cátedra de Houssay; pero, ante el golpe de Estado de 1943, decidió exiliarse y comenzó a trabajar en los Estados Unidos. Primero, en el laboratorio de Carl Gerty Cori, investigando sobre la formación del ácido cítrico y, más tarde, en el Colegio de Médicos y Cirujanos de la Universidad de Columbia.
Cuando regresó a la Argentina, volvió a trabajar con su mentor y amigo Houssay, en el Instituto de Biología y Medicina Experimental. Años, libros y muchas investigaciones después, Houssay le propuso a Leloir ser director de otro organismo: el Instituto de Investigaciones Bioquímicas-Fundación Campomar (hoy, Fundación Instituto Leloir), que se creó el 7 de noviembre 1947. Leloir lo dirigió durante cuarenta años y allí inició uno de los capítulos más importantes de toda la ciencia argentina: sus investigaciones que permitieron aclarar cómo se metabolizan los azúcares en el organismo y el mecanismo de biosíntesis del glucógeno y del almidón, polisacáridos de reserva energética de los mamíferos y las plantas.
Este hallazgo permitió comprender las causas de muchas enfermedades como la galactosemia, una patología congénita que se caracteriza por la incapacidad que tiene el organismo para metabolizar galactosa (un azúcar simple). Su acumulación provoca daños en diferentes órganos del cuerpo por lo que si esa condición no es detectada en forma temprana, puede ser fatal.
Tras su muerte en 1987, la Fundación Leloir continuó funcionando, dedicada a la investigación y a la formación de jóvenes científicos.